(2) LOS AMOS DE DOGTOWN, de Catherine Hardwicke.

CULTURA SKATEBOARD
Tras el éxito del polémico retrato adolescente Thirteen, que le valió el Premio a la Mejor Dirección del Festival de Sundance 2003, la directora nacida en Texas (EE.UU.) Catherine Hardwicke confirma en su segundo largometraje, Los amos de Dogtown, no sólo su mirada desmitificadora de la juventud estadounidense actual sino el excelente estado de salud que goza el cine independiente norteamericano, que trata de ir siempre más allá de lo políticamente correcto, tratar temas urbanos que suceden en la calle y acercarse a realidades —familiares, laborales, sociales, sentimentales y sexuales— que la sociedad bienpensante oculta o suaviza en edulcoradas y condescendientes historias. Porque si bien Los amos de Dogtown supone una clásica historia de superación personal al narrar con mayor o menor fidelidad la vida de los Z-Boys, un grupo de adolescentes aficionados al surf y al arte del monopatín que revolucionó en los años 70 el skateboard con una modalidad que pretendía desafiar la ley de la gravedad y que llegó a convertirse en un estilo de vida, lo hace con una mirada casi documental que pretende mostrar los sentimientos, complejos y frustraciones de los jóvenes protagonistas y lo mejor de todo, sin moralina ni adoctrinamiento. La realizadora no juzga ni castiga comportamientos, sino que se limita a ser testigo de la evolución del grupo. En ese sentido, la cámara los sigue literalmente, no deja de moverse, dando la sensación de ser un miembro más del equipo.
No llega al nivel crítico y provocador de Larry Clark —véanse Kids, Al final del Edén y Bully— o Todd Solondz —me refiero a Bienvenido a la casa de muñecas, Happiness y Cosas que no se olvidan—, pero pretende conseguir y de hecho alcanza el grado de verosimilitud de los films mencionados. Además, no solamente muestra cómo se convierten en mitos urbanos, alcanzando la fama y ganando dinero, sino cómo caen del pedestal que se había creado para ellos. Los amos de Dogtown, basado en el documental Dogtown and Z-Boys (2001) que dirigió uno de los miembros del equipo original, Stacy Peralta, introduce a los personajes en un contexto creíble y correctamente ambientado —nos encontramos en plenos años 70, con el regreso de los veteranos de Vietnam, la liberación sexual, el consumo de drogas y la ideología hippie en sus últimas versiones— con lo que el resultado final es superior a la mayoría de las producciones comerciales que tratan sobre el mismo tema.
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