(2) A LAS CINCO DE LA TARDE, de Samira Makhmalbaf.

MUJERES AFGANAS
En el título y a lo largo del film se citan unos versos de Federico García Lorca pertenecientes al poema “Llanto por la muerte de Ignacio Sánchez Mejías”, una apelación metafórica al holocausto del pueblo afgano y de sus mujeres en particular. El tercer largometraje de la joven Samira Makhmalbaf conecta con las propuestas de Kandahar, de su padre Moshes Makhmalbaf, que en A las cinco de la tarde asume las funciones de coguionista, productor y montador.
Ganador del Premio del Jurado en el Festival de Cannes, el film tiene el mérito de hacer una visión directa, casi documental, de la situación de un país destruido tras la intervención de EE.UU. y la caída del régimen talibán, centrando la atención en los pequeños cambios en la moral y unas costumbres que hacen de las mujeres las víctimas de la opresión, la miseria y la ignorancia.
Realizado con escasos medios económicos, con un reducido presupuesto y una gran sencillez de lenguaje, el film descubre a una cineasta preocupada por la gente de una zona geográfica masacrada por ejércitos invasores, por las guerras civiles y por sus propios gobernantes.
La cámara escruta las huellas de la guerra en un film duro y amargo que narra los sufrimientos y el viaje de una reducida familia desde Kabul a ninguna parte, en un discurso que parte del realismo para deslizarse hacia el simbolismo, desde la crónica cotidiana hasta la mirada poética cargada de dolor.
Pero A las cinco de la tarde me ha parecido inferior a los títulos anteriores de la cineasta iraní. Aquí había una historia ideal para 45 minutos de metraje plasmada en 105 minutos, un alargamiento innecesario de situaciones, una reiteración de conceptos y de imágenes, y un ritmo cuyo estancamiento puede llegar a agobiar.
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