(2) HERENCIA FLAMENCA, de Michael Meert.

VIDA Y OBRA DE “LOS HABICHUELA”
El género documental se encuentra en un momento de desarrollo y consolidación a tenor de la avalancha de estrenos en los últimos meses. Cuatro circunstancias favorecen esta situación: se trata de una producción más económica que una película de ficción, permite una casi ilimitada variedad temática, es la plataforma perfecta de lanzamiento para jóvenes cineastas y la más importante, goza de una creciente aceptación por parte del público.
En este contexto se enmarca Herencia flamenca, un acercamiento sincero y sensible pero a la vez edulcorado y piadoso del grupo musical Ketama, fundado por los hermanos Carmona, que alcanzó a mediados de los 90 un éxito sin precedentes con una innovadora mezcla del flamenco tradicional y elementos de la música pop y rock. El director alemán Michael Meert —curtido en la realización televisiva y con varios documentales en su filmografía, uno de ellos dedicado a Paco de Lucía— domina con eficacia los recursos y las estrategias propias del género, por lo que Herencia flamenca resulta un film bien estructurado, logrando un perfecto equilibrio entre los distintos protagonistas, apoyado en una interesante selección de imágenes en blanco y negro de archivo y contundentes muestras (espontáneas o no) del arte de una familia especialmente dotada para la música —a destacar la cuidada selección de canciones—.
Pero no puede desprenderse de una intencionalidad más cercana a la mera hagiografía, sin duda motivada por una sincera admiración por el arte flamenco en general así como por los Ketama y su familia en particular, que a una honesta aproximación a la realidad de estos artistas. Es decir, se cuenta la «vida y obra» de los Habichuela en una especie de biografía autorizada en la que no falta la superación de un pasado humilde gracias al tesón y al trabajo de los progenitores de la familia Carmona. De esta manera, en el documental se omiten ciertos episodios «oscuros» de algunos de sus miembros, como los problemas con la droga, y se limita a mostrar escenas familiares llenas de ternura y simpatía, en un intento de presentar una visión amable de los personajes, pero que no aportan nada a la narración, de hecho la alarga en exceso. Aún así, un logrado ejercicio sobre algo más que una manifestación cultural, un fenómeno social y un floreciente negocio.
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