(1) TERCERA IDENTIDAD, de Marek Kanievska.

AMOR E IDEOLOGÍA
A medio camino entre el drama romántico y el thriller de espías, Tercera identidad supone el regreso del director londinense de 53 años Marek Kanievska a la gran pantalla tras cinco de inactividad desde su discreta comedia de ladrones Donde esté el dinero. Basado en un hecho real, la historia de Kim Philby, un topo del servicio secreto británico que desertó a la URSS dejando a su esposa en Inglaterra sin saber siquiera qué había pasado, Kanievska ha cambiado nombres, lugares y contexto histórico para firmar un producto técnica y formalmente bien acabado pero que peca de un guión excesivamente superficial a la hora de retratar tanto a los personajes como las peripecias por las que pasan —la sorprendida esposa pasa casi todo el metraje yendo y viniendo de Londres, Nueva York y Moscú buscando a su marido mientras éste debe decidirse entre sus convicciones ideológicas y el amor hacia su mujer—. Sí es cierto que está bien retratada la compleja trama de espionaje y contraespionaje en el Próximo Oriente que se desarrolló en uno de los peores momentos de la Guerra Fría —los años 60, con la crisis de los misiles de Cuba y los primeros conflictos en Vietnam—, las consecuencias de la deserción, las desconfianzas de los gobiernos, la falta de libertad y la escasez en el bando comunista así como las amenazas y las sospechas en el bando capitalista… pero todo acaba convirtiéndose en un mero obstáculo para la unión de los enamorados más que una reflexión y una denuncia de hasta dónde se llegó en la confrontación ideológica.
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