(2) FRÁGIL, de Juanma Bajo Ulloa.

AMOR ENVENENADO
Bajo la apariencia de un cuento romántico y conmovedor, una libérrima versión resultado de la fusión de «La cenicienta» de los hermanos Grimm y «El patito feo» de Hans Christian Andersen, el polémico e incisivo director vasco Juanma Bajo Ulloa plantea en Frágil diversas reflexiones sobre la necesidad de amar y ser amado, el desequilibrio que provoca la ausencia de amor que conduce a la obsesión y la presión social por ser lo que no somos, valorando a las personas únicamente por su físico, por su fama y por el grosor de su cuenta corriente.
La película narra la vida de Venus, una chica de campo regordeta y dulce, que crece sin cariño junto a su padre. Cuando éste muere, abandona el hogar y acude a la ciudad en busca del amor de sus sueños. Pronto su ingenuidad e inocencia choca frontalmente con el mundo materialista, falso e interesado habitado por personajes corrompidos por sus deseos y aspiraciones. Se añade una crítica feroz al cine comercial de Hollywood, en el que el protagonista, un actor a punto de convertirse en estrella, se ve en el dilema de ser coherente con sus principios o venderse a la gran industria a cambio de fama y dinero.
Frágil es una historia de amor envenenada que supone un cambio drástico de registro —de un autor capaz de desarrollar desde dramas claroscuros como Alas de mariposa y La madre muerta hasta una inclasificable comedia como Airbag—, basado en unas poderosas, bellas e idílicas imágenes llenas de color, una envolvente banda sonora y un ritmo más pausado que en el resto de su filmografía. No obstante, el realizador cae en la reiteración y alarga excesivamente el metraje con subtramas como la de los productores estadounidenses que no enriquece el argumento ni aporta idea alguna. Por otra parte, el hecho de estructurar el film como un cuento obliga a alejarse de un discurso realista y detallista para asumir uno más abstracto, con la consecuente simplificación de personajes, situaciones y desarrollo de la propia historia.
Sin duda, un proyecto arriesgado, independiente —producido por el propio Bajo Ulloa, que tuvo que hipotecar su casa para financiarlo—, interpretado por actores desconocidos y dotado de un escaso pero efectivo presupuesto, ya que el resultado estético es comparable al de una obra de mayor coste, gracias al talento del joven realizador y a la profesionalidad de su equipo técnico.
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