(3) HERMANOS, de Susanne Bier.

CICATRICES DE GUERRA
El estilo Dogma puede reconocerse en esta película danesa por la cámara llevada a mano, el formato de vídeo digital, la iluminación natural y el escaso presupuesto, aunque el radicalismo formal de antaño ha sido sustituido por una funcionalidad narrativa que incluye planos reposados y composiciones del encuadre valoradas por su belleza. En todo caso, la búsqueda de personajes vivos y de situaciones auténticas se impone por encima de otras consideraciones.
El interés de este film reside en dos factores: el sólido y bien estructurado guión de Anders Thomas Jensen y la excelente labor interpretativa de la guapísima Connie Nielsen y de Ulrich Thomsen, los protagonistas galardonados con sendas Conchas de Plata en el pasado Festival de San Sebastián. El esquema narrativo presenta un inicio y un final en que coinciden los tres personajes principales, mientras el bloque central muestra acciones en paralelo con el oficial en misión de la ONU, hecho prisionero por los talibanes en Afganistán, mientras su hermano y su esposa realizan un estrechamiento afectivo en el hogar familiar danés.
El tema de la tortura y del cambio de personalidad sufrido por los soldados a consecuencia de algún trauma bélico ya había sido abordado por Taxi driver (1976) y por El cazador (1978). La originalidad de Hermanos reside no sólo en la intensidad dramática de la locura del militar y sus nefastas consecuencias familiares sino en que su proceso de humillación y degradación moral más que físico está contado con suficiente riqueza de matices para que percibamos todos el horror en el que el ser humano está dispuesto a sumergirse con tal de salvar la vida.
Uno y otro hermano siguen trayectorias divergentes y cambian sus identidades: un oficial disciplinado y esposo modélico se torna patológicamente agresivo y celoso. El joven socialmente inadaptado e inestable conquista la paz interior en el ambiente doméstico de su cuñada y sobrinas.
Rodada alguna secuencia en Almería para simular los desérticos paisajes afganos, la película es sin embargo un drama psicológico, con los efectos de la guerra ante un discurso político, pues no se interesa por las causas del conflicto armado. Es un buen retrato de sentimientos, una mezcla de brutalidad y de ternura, que describe los infiernos personales y familiares como sólo el cine nórdico sabe hacerlo.
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