(3) MELINDA Y MELINDA, de Woody Allen.

LA CENA INTERRUMPIDA
La repentina e inesperada irrupción de una joven mujer en una cena de amigos, angustiada por una crisis sentimental, es el punto de partida que en otra cena de intelectuales, en un restaurante de Manhattan, plantea dos escritores teatrales para dilucidar si la naturaleza de la vida es esencialmente trágica o cómica, dualidad que los antiguos griegos materializaban en sendas máscaras escénicas. Woody Allen recurre de nuevo al método del tema y las variaciones en torno a la fragilidad y versatilidad de los sentimientos amorosos, barajando con maestría conceptos como verdad y mentira, enamoramiento o ruptura, infidelidad o remoridmiento, sexo e incomunicación, celos y sufrimiento… bajo el común denominador de un halo romántico que baña las más diversas situaciones.
Estrenado mundialmente en el último Festival de San Sebastián, el nuevo film del maestro cineasta neoyorkino presenta como eje narrativo al personaje de Melinda, trazando dos historias paralelas en torno al mismo suceso pero en tono distinto, drama y humor, resultado de la visión del mismo acontecimiento desde ópticas opuestas, lo que se traduce en una puesta en escena con matices diferentes, ligeras variaciones en la estructura del relato, cambio de registro interpretativo, etc… con eventual cruce de ambas líneas narrativas bajo el común denominador de la tragicomedia.
Esta idea inicial desarrollada en registros diversos, haciendo evidente la ficción que se está creando ante los ojos del espectador, es muestra del talento y la creatividad con que el ingenioso realizador manipula, siempre bajo el prisma del humor, seguramente para compensar el inevitable drama de la existencia humana, pero siempre neutralizado o atemperado con ironía y brillantez.
Melinda y Melinda es, de nuevo, un relato coral, con hombres y mujeres, esposos y amantes, amigos y conocidos… con la singularidad de ser neoyorkinos y tener profesiones liberales, gozar de un buen nivel económico y cultural, además de compartir ciertos rasgos neuróticos. Es este universo peculiar de Woody Allen lo que nos fascina a muchos y lo que molesta, por repetitivo, a otros espectadores. Pero nunca hay una película exactamente idéntica a otra: su autor conoce los mecanismos de la comedia clásica, desde Lubitsch a Wilder pasando por Hawks. También fascina el talento demostrado en la variedad de procedimientos con los que explota sus puntos de vista, convirtiendo en sus alter ego a dos personajes como los encarnados por los actores Wallace Shawn y Will Ferrell.
La vida según Woody Allen es una tragedia contemplada con humor para hacerla más llevadera, un torbellino de sentimientos incontrolados y de intereses que unas veces circulan en paralelo y otras que entran en conflicto. A pesar de cierta apretada confusión y reiteración en la parte central del film, Melinda y Melinda es una obra muy estimable con excelente fotografía de Vilmos Zsigmond y con una banda sonora dominada por el estilo swing de los años 30 y 40, una música llena de encanto y sofisticación.
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