(1) EL CHOCOLATE DEL LORO, de Ernesto Martín.

EL ETERNO ESTUDIANTE
Discreta opera prima del joven realizador Ernesto Martín, El chocolate del loro es una discreta comedia que explota con poca fortuna los tópicos de un género maltratado por una abundante pero empobrecida producción cinematográfica. Parte de una idea ciertamente cómica, como es la situación más o menos desesperada de un estudiante treintañero que, ante la presión de sus padres y hermanos, se traslada al lujoso chalé de su tío para poder preparar sin molestar y ser molestado las oposiciones que le permitirá acceder a un trabajo digno que le proporcione la ansiada independencia. Así, el film parodia la figura del eterno estudiante, con los conflictos que genera en el seno de su familia. No obstante, la aparición de un amigo de la carrera, el reencuentro con un antiguo amor y el descubrimiento de la verdadera profesión de su tío provoca una serie inacabable de situaciones pretendidamente graciosas, basadas en la sucesión de equívocos, coincidencias y gags visuales que no alcanzan un mínimo nivel exigible. El chocolate del loro cuenta, además, y como aspecto destacable, con un elenco de actores conocidos como Jorge Sanz, Natalia Seseña, Jesús Bonilla y Quique San Francisco que interpretan sus papeles de forma aceptable a pesar de las limitaciones propias de sus personajes, ya que resultan excesivamente superficiales y maniqueos.
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