(2) ¡OLVÍDATE DE MÍ!, de Michel Gondry.

VIAJE AL SUBCONSCIENTE
Curtido en la dirección de videoclips y anuncios publicitarios y tras realizar un acercamiento a la compleja interacción entre el instinto humano y la cultura sobre la que se basa la convivencia en la sociedad (léase represión) en la divertida y curiosa Human nature (2001), Michel Gondry nos propone ahora una interesante reflexión sobre los recuerdos y cómo éstos determinan nuestros comportamientos. ¡Olvídate de mí! cuenta para ello con dos circunstancias favorables: la participación de Charlie Kaufman, considerado en la actualidad como uno de los mejores guionistas de cine independiente estadounidense —autor de los guiones de Cómo ser John Malkovich, Human nature, Adaptation y Confesiones de una mente peligrosa—, caracterizado por su peculiar estilo narrativo, fundamentado en la constante ruptura de las coordenadas espacio-temporales y sus inteligentes reflexiones, y el elenco de actores famosos que participan en la cinta como son Jim Carrey, Kate Winslet, Mark Ruffalo, Kirsten Dunst y Elijah Wood. Precisamente Jim Carrey demuestra con este trabajo que ha superado su encasillamiento en papeles cómicos de mediocres películas —que no hace falta mencionar aquí— a partir de su participación en las más que aceptables El Show de Truman (1998) y Man on the Moon (1999).
¡Olvídate de mí! narra la experiencia de Joel Barish, que tras descubrir que su ex novia Clementine se ha hecho borrar los recuerdos de su turbulenta relación, contrata desesperado al creador del proceso para que le borre los suyos. No obstante, a medida que desaparecen de su memoria los recuerdos vuelve a enamorarse de ella. En resumen, se trata de una historia de amor pero contada de una forma novedosa y original, que desafía las normas tradicionales de Hollywood.
Quizá lo acertado del trabajo de Gondry y de Kaufman haya sido eliminar todo sentimentalismo en la relación entre los protagonistas, mostrando una visión realista de la relación de pareja, con todas las fases por las que pasa ésta (flechazo, enamoramiento, madurez, monotonía, conflicto-incompatibilidad, ruptura y depresión). El realizador diseña una estructura narrativa totalmente fragmentada, sin una conexión temporal o lógica entre escena y escena, adaptada al estado emocional de los personajes. Las técnicas usadas —mínima iluminación, rápidos y logrados cambios de vestuario y escenografía, paneles reflectantes, dobles exposiciones e incluso las clásicas puertas secretas que facilitan a los personajes aparecer y desaparecer del decorado— logran representar el mundo de los sueños y del subconsciente. Los ingeniosos diálogos ayudan mucho a la hora de perfilar las características de los personajes, permitiéndonos conocer las incompatibilidades que surgen en la convivencia cotidiana, evitando por un lado caer en la mera repetición de lo que vemos en pantalla y por otro debilitar la credibilidad de la historia.
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