(4) MAR ADENTRO, de Alejandro Amenábar.

LA MUERTE COMO LIBERACIÓN
Si Solas (1999), Los lunes al sol (2002) y Te doy mis ojos (2003) fueron películas emblemáticas del cine español en los años de su estreno, creo que Mar adentro acaparará éxitos y premios en el actual, no sólo por el tremendo dominio del lenguaje fílmico que demuestra Amenábar en su mejor obra, sino por la sensibilidad mostrada y por la generosidad de ideas en este relato sobre el caso real de Ramón Sampedro, con un cuerpo totalmente paralizado pero con un cerebro dotado de una enorme lucidez, víctima de un accidente juvenil en la playa, cuyo único deseo era morir tras casi 30 años de postración en una cama.
No tiene, sin embargo, Mar adentro, rasgos de dramón lacrimógeno, como era de esperar, sino buenas dosis de ironía y vitalismo que atemperan la expresión de la tragedia humana del protagonista, convirtiendo lo que pudo ser un homenaje a la muerte en un hermoso canto a la vida y al amor. Espléndidos paisajes naturales, la mujer embarazada, el luminoso desenlace en la playa con la pareja y el niño…
Relato preparado y realizado minuciosamente por un Amenábar autor del guión, la dirección, el montaje y la música —con la colaboración del gaitero Carlos Núñez en la emotiva melodía final—, con una exquisita dirección de actores y unos diálogos naturalistas que le confieren una verdad y una sensibilidad que quizás alcancan su cénit en el fantástico vuelo de Ramón sobre los campos gallegos y el mar mientras suenan las notas de un aria de Turandot de Puccini. En una vida esclavizada por el sufrimiento, el mar como símbolo de sueño, liberación y felicidad. Una dimensión lírica potenciada por las ventanas de la habitación-celda como punto de tránsito entre el mundo interior del personaje y el paisaje exterior.
Mar adentro seguramente reabrirá la polémica de la eutanasia, pero no se trata de un film de tesis ni de afanes doctrinarios sino abierto a la reflexión, en todo caso favorable a la libertad y a la dignidad de la persona, huyendo de todo dogmatismo metafísico y de toda imposición represiva.
Basado en el libro de memorias y poemas de Ramón Sampedro Cartas desde el infierno, publicado en 1996, Mar adentro destaca por la labor de unos actores extraordinarios, encabezados por un Javier Bardem trabajosamente maquillado y envejecido y por las mujeres que le rodean en un relato intimista que concede también gran importancia al contexto rural gallego, campos y granjas, en que pasó sus largos años de inmovilidad y de lucha legal para acabar con su dolor, hasta llegar al espeluznante momento de su suicidio en enero de 1998, con sus últimas palabras, que dejó grabado en vídeo.
Una magnífica fotografía en scope de Javier Aguirresarobe, de colores apagados o brillantes según las exigencias de cada escena, contribuyen a redondear el acierto e interés de un film muy recomendable también por la autenticidad de los perosnajes, fruto en parte de los márgenes de improvisación durante el un rodaje prolongado a lo largo de tres meses de trabajo siguiendo el guión por orden cronológico y con un coste total de 10 millones de euros.
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