(3) LA HERENCIA, de Per Fly.

RETRATO DE FAMILIA
El primer largometraje que nos llega del danés Per Fly es la segunda entrega de una proyectada trilogía dedicada a las distintas clases sociales: The bench centraba su atención en los trabajadores y ahora La herencia es el retrato de una vieja saga de industriales del acero cuyas crisis y problemas recuerdan bastante a algunas películas sobre la alta burguesía del último Visconti.
Premio al mejor guión en el Festival de San Sebastián, el film se estructura como un gran flash-back que intenta explicar minuciosamente las causas de la desgracia y la soledad del protagonista, un propietario de restaurante, casado con una actriz sueca, que debe hacerse cargo del negocio siderúrgico de su familia tras el suicidio de su padre. Sin tener el certificado “Dogma”, en La herencia puede advertirse la influencia de este movimiento fílmico en el uso de la cámara a mano, los encuadres inestables, la fotografía con escasa luz artificial y la mínima presencia de música en la banda sonora.
La película es muy interesante porque acierta a entrelazar con rigor el estudio psicológico de los personajes con el análisis socioeconómico del comportamiento de una gran empresa, y de unos propietarios que deben elegir entre la libertad individual y la defensa de los intereses de los suyos, entre la ética y las reglas del negocio, entre los sentimientos y el poder. Las contradicciones, ya conocidas, entre el voluntarismo personal y el determinismo marxista que establece la subordinación del individuo a los intereses de la propia clase social.
El éxito no es otra cosa, pues, que la consecuencia de un sistema que crea una tela de araña que atrapa al individuo, lo despoja de sus atributos singulares y lo somete a las exigencias de su clase, premiándole con la riqueza, el lujo y el confort. Hay unas leyes objetivas, cunos condicionamientos que acaban imponiendo sus reglas. El dolor personal, el remordimiento, queda ahogado por la mecánica financiera ineliduble que pasa por la reducción de costes, los despidos, la automatización, la fusión de empresas y la dimensión multinacional de la producción.
Cine directo, sin efectismos ni adornos esteticistas innecesarios, realizado con acidez y sin dogmatismos, cuya complejidad lo sitúa al margen de cualquier maniqueísmo.
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