(2) SECRETARY, de Steven Shainberg.

PULSIONES SADOMASOQUISTAS
En el cine “S” o porno blando cuando colonizó nuestras pantallas a finales de los años 70 y principios de los 80 abundaban las enfermeras, maestras y secretarias dispuestas a desnudarse con el menor pretexto para apagar los ardores del macho de turno, aunque las verdaderas pulsiones sadomasoquistas sólo encontraron un referente más digno en títulos como Belle de jour o La pianista. En Secretary también hay talento y una mayor atención a los personajes, un abogado y su secretaria, cuyas relaciones, resultado de la coincidencia en el placer que cada uno de ellos encuentra en la agresión efectada y en el dolor sufrido, articulan una historia “políticamente incorrecta” que, cuando fue publicada por Mary Gaitskill, produjo airadas protestas a cargo de grupos feministas.
El film de Shainberg no rehuye, ni mucho menos, la provocación y el escándalo, no sólo por la existencia de algún desnudo integral y de masturbaciones femeninas, sino porque evita la catalogación de basura erótica al hacer que las perversas relaciones entre amo dominante y esclava sumisa sean mostradas desde el punto de vista exclusivo de la mujer. El objeto deseado se convierte así en sujeto libidinoso.
Si Secretary destaca como producto singular, curioso al menos, es por su gran sentido del humor, por el carácter de juego con que se muestran las prácticas sadomasoquistas, como un ritual que comporta ciertas convenciones teatrales, y por el tono onírico del discurso, con numerosas fantasías que lo sitúan en ese ambiguo territorio donde es difícil distinguir entre lo imaginario y lo real, todo ello condicionado por unos personajes dominados por unas enfermizas obsesiones sexuales de las que no consiguen liberarse.
Si se logra evitar la vulgaridad es por dos poderosas razones: el ingenio del director y la ductilidad de sus dos exceletes actores. Shainberg se erige en autor principal, como realizador, guionista y fotógrafo, de un film independiente que ha recibido premios en diversos festivales del mundo. James Spader encarna al protagonista, especialista como es en personajes obsesos y psíquicamente retorcidos, como ya demostró en Sexo, mentiras y cintas de vídeo (1989) y en Crash (2006). Por su parte, a la emergente Mary Hyllenhaal ya la pudimos ver en El ladrón de orquídeas (2002) y en La casa de los babys (2003).
La película no es perfecta pero sí recomendable para espectadores amantes de productos insólitos e inquietantes que nos muestran la cara oculta de la naturaleza humana. Pese a su final, demasiado atropellado y disperso, podrán también reflexionar sobre las extrañas vinculaciones entre violencia y romanticismo, entre placer y dolor, entre amor y trabajo, entre soledad y comunicación. Un intento de explicación de las huellas que las relaciones de poder pueden dejar en los sentimientos y en la sexualidad.
Leave a reply
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.