(3) WILBURN SE QUIERE SUICIDAR, de Lone Scherfig.

ENTRE LA VIDA Y LA MUERTE
El cuarto largometraje de la realizadora Lone Scherfig, tras el éxito de su anterior trabajo Italiano para principiantes, se aparta de los estrictos presupuestos “Dogma” de éste para filmar en 35 mm., scope y con un cuidado sonido, y también para limitar los elementos de comedia y reducirlos a sutiles detalles de humor negro en una mezcla peculiar que potencia especialmente los aspectos dramáticos del relato, traspasados por un pesimismo existencial heredado de la filosofía nórdica -Kierkegaard- y también perceptible en muchas de las películas de los maestros Dreyer y Bergman.
Wilbur se quiere suicidar es una coproducción entre Dinamarca y Gran Bretaña, hablada en inglés y ambientada en Glasglow (Escocia), lugar que parecía el adecuado por esa combinación de melancolía y sarcasmo que atraviesa la narración y que le confiere un tono especial a personajes y situaciones creados por la imaginación de la realizadora y de Anders Thomas Jensen, autor del guión de Mifune.
El film centra su atención en las relaciones entre dos hermanos treintañeros. Wilmur, el menor -encarnado por Jamie Sives, premio al mejor actor en el Festival de Valladolid 2003-, que fracasa en sus repetidos intentos de suicidio, y Harbour que, en cambio, es más vitalista y trabaja en una librería familiar. Entre ambos aparece una mujer con una hija pequeña que convierte el amor a tres bandas en una puerta abierta a la esperanza.
Buena recreación de las crisis personales de unos seres con escasa autoestima, sin ilusiones ni proyectos de vida, unos inadaptados. Unos sentimientos ensombrecidos por la tristeza y por una profunda angustia procedentes tanto del drama familiar -la muerte de los padres- como de un presente marcado por la enfermedad, la soledad, la locura y la muerte.
Un film realizado con solidez narrativa y con sensibilidad al que sólo cabría reprochar la reiteración en algunas situaciones y la falta de una mayor profundidad en determinados personajes.
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