(2) SONNY, de Nicolas Cage.

TRABAJADORES DEL SEXO
Cuarenta años después de que Richard Brooks, en Dulce pájaro de juventud (1962), mostrara en el cine las peripecias personales y profesionales de un gigoló, fruto teatral de la pluma de Tennesee Williams, debuta como realizador en el largometraje Nicolas Cage, aquí también productor y actor en una breve intervención, con un referente argumental de similares características.
Lo que fuera en su época un oficio poco explicitado por limitaciones de censura, ahora se expone con mayor claridad y detalle aunque sin llegar a la utilización de desnudos. El entonces atractivo Paul Newman deja paso ahora a James Franco, un actor mezcla entre Warren Beatty y James Dean en sus momentos de mayor esplendor.
El guión de John Carlen es rico en situaciones y bien equilibrado en su progresión dramática, manejando los resortes sentimentales y éticos con la habilidad suficiente para evitar el sensacionalismo morboso y la molesta moraleja. En la Nueva Orleáns de 1981, en Bourbon Street, el protagonista y su novia puta luchan por conquistar una vida normal, planteándose el conflicto entre los condicionamientos de clase y familia y las aspiraciones a recuperar una dignidad y una autoestima perdidas hace tiempo.
Sonny pone en pantalla la otra cara del sueño americano: la del fracaso, la pobreza y la indecencia. Ni el servicio militar ni un trabajo honesto que resulta inalcanzable proporcionan sentido a la existencia de un muchacho que acabará pasando de prestar servicios íntimos a señoras maduras a un desenlace esperanzador en el que la redención a través del amor va a representar, quizás un poco forzadamente, una ventana abierta al optimismo.
Película correctamente realizada, bien documentada, aunque a mi juicio opte por no descender al infierno del comercio sexual con anotaciones más realistas, posiblemente repugnantes, sobre el llamado oficio más viejo del mundo.
Nicolas Cage nunca pierde el pulso narrativo ni la elegancia expresiva, contando con la colaboración en la banda musical de Clind Mensell, que incorpora piezas clásicas con arreglos modernos, y sobre todo con la decisiva aportación de unos excelentes actores y actrices: la joven Mena Suvari -la adolescente de American Beauty que quitaba el sueño a Kevin Spacey- y los veteranos Brenda Blethyn y Harry Dean Stanton como los padres de Sonny.
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