(2) LOS NIÑOS DE SAN JUDAS, de Aisling Walsh.

EL CRIMEN DEL PADRE PREFECTO
Como el equivalente masculino de Las hermanas de la Magdalena (2002) se nos presenta este film de la realizadora irlandesa Aisling Walsh, basado en una novela autobiográfica de Patrick Galvin en torno a un reformatorio católico para chicos “difíciles” en la Irlanda de 1939. La contundente denuncia de los métodos represivos, con violencia tanto física como psíquica, contra los menores inclaustrados viene contrastada por la presencia de un profesor laico, William Franklin, que no ha podido encontrar un trabajo mejor y cuyos métodos de educación más humanitarios recuerdan al espíritu liberal de El club de los poetas muertos (1989) por su oposición frontal a los castigos de unos curas sádicos y pederastas, seguramente unos psicópatas que llevan a cabo sus fechorías amparados por el silencio cómplice de sus superiores jerárquicos.
Resulta verosímil el terrible panorama que nos muestra el film, especialmente con un clero tan integrista como el irlandés, a finales de los años 30 del siglo pasado, con niños destinados a convertirse en delincuentes, pero resulta discutible la forma con que se presenta esta dura requisitoria. La disciplina irracional, las violaciones de niños y el fanatismo religioso son factores negativos mostrados sin matices, de forma demasiado efectista y exagerada. En este airado ajuste de cuentas contra el sistema penitenciario y contra el clero católico de antaño abundan los personajes esquemáticos, buenos y malos de una pieza. Sobran el tono panfletario, algunos tópicos, ciertas dosis de buenos sentimientos y un final demasiado optimista.
En este relato del bien contra el mal, el ángel viene a ser el antiguo brigadista internacional que perdió su gran amor en la Guerra Civil española, que fue discriminado laboralmente por comunista en su propio país y que murió heroicamente en el desembarco de Normandía. El demonio son los responsables del perverso sistema carcelario con pretensiones reeducadoras.
La gran virtud de la película es sostener una mirada unitaria sobre todos los parias de la tierra, desde los campesinos sin pan de la España de sacristía y pandereta hasta los niños irlandeses nacidos en ambientes de miseria y de ignorancia. Y frente a eso, la obligación moral de luchar por la justicia, la dignidad y la fraternidad.
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