(2) LA SONRISA DE MONA LISA, de Mike Newell.

REBELDÍA EDUCATIVA
Con mucha menos frecuencia de lo que sería deseable se estrenan producciones comerciales que sorprenden por la solidez de la historia, la osadía del mensaje o incluso por la actualidad de sus planteamientos. La sonrisa de Mona Lisa es un destacado ejemplo de ello al plantearnos, como ya lo hizo El club de los poetas muertos (1989) de Peter Weir, la lucha individual de una persona inconformista frente a una institución conservadora que enseña y perpetúa conductas y modos de vida decimonónicos. La actriz Julia Roberts interpreta a una profesora de historia del arte del prestigioso y conservador colegio Wellesley, un centro sólo para chicas donde las alumnas viven sometidas a las rígidas normas morales de los años 50 en EE.UU. Gracias a los peculiares métodos educativos de la maestra, logra despertar la inquietud intelectual de sus discípulas.
En La sonrisa de Mona Lisa se muestra con detalle el contexto moral represivo de esos años y se desarrolla el discurso feminista, que se intensificó tras la 2ª Guerra Mundial, contra la educación puritana que determinaba como meta para las mujeres el matrimonio y dedicarse exclusivamente a las labores del hogar, tener hijos y hacerle la comida al marido. Este tradicional papel de la mujer choca de lleno con los planteamientos más liberales y progresistas de la profesora que llega al colegio, que aboga por la libertad individual, la igualdad y la independencia económica. El inevitable conflicto que la enfrenta con la rectora equivale al enfrentamiento de dos formas de ver el mundo y de vivir en él: la tradición frente a la modernidad, la represión frente a la libertad. El arte moderno aparece aquí como un estímulo para la rebelión, es por esto que la rectora le pide en una de sus amenazas que dé más arte clásico y que no dé consejos a sus alumnas.
Nos encontramos ante un drama consistente, de correcta realización y destacable ambientación, que cuenta además con un elenco de prometedoras actrices como son Kirsten Dunst, Maggie Gyllenhaal y Julia Stiles, junto a la cada vez más asentada Julia Roberts. El final abierto de la película, tan alejado del happy end propio de Hollywood, supone un acertado desenlace a esta épica historia de una persona frente al sistema.
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