(1) LA FLAQUEZA DEL BOLCHEVIQUE, de Manuel Martín Cuenca.

UN EJECUTIVO EN CRISIS
Primer largometraje de ficción de Manuel Martín Cuenca, que ha realizado junto al escritor Lorenzo Silva una adaptación de su novela La flaqueza del bolchevique, después de que Patricia Ferreira hubiera llevado ya a la pantalla su libro El alquimista impaciente. La flaqueza del bolchevique me ha decepcionado porque sus ambiciosas pretensiones han dado unos resultados más que discutibles. La historia narrada resulta poco coherente porque hay en el film dos discursos que se contradicen: las imágenes evidencian en todo momento la fascinación de una cámara que resalta los efluvios sensuales del cuerpo de la adolescente mientras que por el contrario el punto de vista del protagonista refuerza las preocupaciones sobre la crisis de un ejecutivo desorientado que añora su pasado, detesta su presente y aspira a una pureza asexuada absolutamente inverosímil y artificiosa.
La chica, pues, lejos de toda implicación erótica pretende erigirse en símbolo de una vuelta a la ilusión, frescura y honestidad de la época infantil y juvenil, precisamente la pasada en un barrio modesto que fue abandonado al producirse el desclasamiento del protagonista, ahora un ejecutivo triunfador pero infeliz. También se alude, de manera un tanto forzada y ambigua, al desgaste de los ideales de izquierda del protagonista, fascinado por la revolución soviética, y a la pérdida de sus convicciones políticas en paralelo a su ascenso profesional.
Simbología evanescente, lirismo prefabricado, mensaje social previsible y truculencia dramática final en una película llena de casualidades y con tufillo moralizante que no colma las espectativas despertadas.
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