(1) UN BUEN LADRÓN, de Neil Jordan.

POLICÍAS Y LADRONES
La presencia de magnificos actores, así como la elaborada fotografía de Chris Menges no han logrado disipar la sensación de estar ante un film decepcionante, sin duda uno de los más rutinarios en la carrera del a veces interesante Neil Jordan. Se trata de una libre adaptación de Bob le flambeur (J. P. Melville, 1955), una clásica historia de policías y ladrones, de preparación y ejecución de un gran golpe en una Costa Azul donde conviven el lujo y el glamour con un submundo de delincuencia y prostitución.
El protagonista es el clasico antiheroe, un adicto al juego y a las drogas, mentiroso compulsivo pero dotado de buenos sentimientos, el eterno perdedor. Pero las posibilidades que ofrecía un relato de estas características, con ambientes y personajes tan contrastados, van naufragando paulatinamente por culpa de un guión convencional, demasiado atento a los resultados de taquilla, en el que el suspense es resultado de la mecánica aplicación de una fórmula basada en lo previsible y en el azar y nunca en la complejidad y contradicciones del ser humano.
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