(1) X-MEN 2, de Bryan Singer.

LA HORA DE LOS MUTANTES
Que las adaptaciones al cine de conocidos personajes del cómic está resultando un gran negocio para la industria de Hollywood es un hecho irrefutable. El público, joven y no tan joven, se siente atraído por el impresionante despliegue de medios y efectos especiales, por la acción a raudales, el ritmo trepidante y por esa necesidad tan humana de sorprenderse, tener miedo, sufrir, emocionarse… en definitiva, de pasar el rato. Reflexión aparte merece si esta tendencia a adaptar cómics a la gran pantalla supone una redefinición y renovación de viejos iconos e imágenes culturales con el consecuente negocio o simplemente una evidencia de la grave crisis de ideas de la mal llamada fábrica de sueños.
Tras Spiderman (Sam Raimi, 2002) y Daredevil (Mark Steven Johnson, 2003), estrenadas en los últimos meses, nos llegan noticias de próximos estrenos y futuros proyectos de otros personajes de ficción como son Hulk, Los 4 Fantásticos, Superman, Hellboy, una nueva entrega de Spiderman…
X-Men 2 narra el enfrentamiento entre los famosos mutantes, unidos (buenos y malos) contra un enemigo común, un militar que lidera una organización paramilitar obsesionada con su eliminación, con el consecuente mensaje de tolerancia y respeto a la “diferencia” y la paz y armonía entre los hombres y mujeres del mundo. Así, resulta inevitable una referencia a los miedos y paranoias ocasionadas tras el 11-S, una llamada de atención a los posibles y reales abusos cometidos en nombre de la seguridad y cuya primera víctima son los derechos y libertades de las personas, cualquiera que sea su cultura, su religión, su pensamiento….
El film es, por otra parte, la lógica secuela del éxito comercial de hace tres años, un clon de su predecesora pero con más presupuesto (120 millones de $, X-Men costó 75), más acción, más efectos, más personajes… Cierto es que hay un discreto intento de profundizar en la psicología de los personajes, desarrollar el lado afectivo y emocional de los mismos, pero en el fondo se vuelven a incidir en la espectacularidad de las imágenes y del sonido en detrimento de la solidez del guión. Y es que la dificultad que conlleva adaptar un tipo de discurso como es el cómic al cine implica no sólo conocer con detalle el cómic en sí sino también cómo narrarlo en un tiempo limitado y con qué imágenes. El esfuerzo de síntesis, por tanto es enorme, al igual que el esfuerzo de darle la coherencia y la veracidad del cómic.
Los guionistas y el director revelan un correcto conocimiento del universo Marvel y eso se nota en la cantidad de alusiones a los tebeos de X-Men y Arma-X, pero por lo que respecta a su recreación a personajes vivos y tridimensionales queda pobre y poco aprovechado. Se ha destacado el aspecto mercantil sin apostar, no sin riesgo, por un tono más intimista, más reflexivo, más discursivo y menos volcado en una sucesión de acciones violentas orientadas a la generación de odio y de un deseo de venganza.
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