(3) SOLDADOS DE SALAMINA, de David Trueba.

EL FUSILAMIENTO DE SÁNCHEZ MAZAS
El punto de vista narrativo de la exitosa novela de Javier Cercas, que es el del propio escritor, pasa a ser, en la inteligente adaptación fílmica de David Trueba, el de Lola Cercas, una escritora encarnada por Ariadna Gil que alcanza la madurez sumida en una crisis personal y que logra salir de una depresión esterilizante gracias al conocimiento, a su trabajo de investigación rastreando el pasado para hallar así sentido al futuro, para encontrar una sólida razón para vivir. Hay en el film tres personajes principales: la propia escritora, Sánchez Mazas y Miralles.
En esta tercera película de David Trueba, pasado y presente vienen definidos por el uso del blanco/negro y el color respectivamente, con una excelente fotografía de Javier Aguirresarobe, con una original y fructífera mezcla de estilos entre el documento histórico y la ficción dramática, en torno al final de la Guerra Civil y el hundimiento del ejército republicano. Pero no hay buenos ni malos de una pieza sino respeto y humanidad en este relato donde cobra especial importancia la figura de Sánchez Mazas, uno de los fundadores de Falange Española, un hombre culto de la línea “liberal” de Dionisio Ridruejo que se salvó milagrosamente de morir fusilado en un bosque de Gerona y cuya vida fue luego perdonada por un soldado republicano (Miralles), personaje también clave que protagoniza uno de los finales más hermosos y emotivos del cine español de todos los tiempos.
Soldados de Salamina adquiere, pues, múltiples significados, siempre a través de un proceso de investigación con búsqueda de testimonios vivos, de documentos y lugares que permitan reconstruir el pasado, ordenando las piezas de un puzzle que posibilite encontrar un sentido a la vida actual. Una actitud detectivesca no sólo en relación a la verificación de hechos reales rodeados de enigmas sino también una labor de introspección mediante la cual el personaje de Ariadna Gil puede reafirmarse y hallar una razón para existir.
El film no es una crónica de héroes sino de perdedores en la atormentada historia de España, incluyendo en la derrota a un Sánchez Mazas ahogado por el terror que no es otra cosa que un pretexto, el catalizador de un relato que sirve para articular una serie de sentimientos y de crisis personales, pero también para confirmar la complejidad de la historia de un país que siempre nos habían contado de forma demasiado sesgada. David Trueba a sorteado brillantemente los problemas de la adaptación de la novela al cine haciendo su lectura particular, entre las muchas posibles, evitando la tentación de una traslación mimética del texto literario, logrando un clima, unos personajes, unos paisajes y unas emociones plenas de autenticidad y de fuerza expresiva.
Soldados de Salamina evidencia muchas cosas más: la singular presencia de auténticos testigos de los acontecimientos, ya octogenarios, como los amigos del bosque que ayudaron al escritor falangista; las dificultades del proceso de creación de la novela, con Ariadna Gil rastreando información para plasmarla literariamente sobre el papel; y una vez más, la importancia de la música en el cine, en este caso el pasodoble Suspiros de España, que a su valor sentimental añade el constituir una pista decisiva para la reconstrucción del pasado.
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