(3) LAST ORDERS, de Fred Schepisi.

LAS CENIZAS DE JACK
El australiano Fred Schepisi ha elaborado un denso y complejo guión a partir de una novela de Graham Switt. El resultado ha sido un relato con estructura de road movie, con el viaje de varios colegas que marchan al mar a esparcir las cenizas de su amigo Jack, cumpliendo así la última voluntad del difunto. La principal característica del film es el encadenamiento de una serie de flash backs, elaborados según el punto de vista de cada uno de los diversos personajes, que abarcan unos 50 años de sus vidas y que materializan la memoria selectiva de quienes evocan determinados tiempos y espacios con el fin de elaborar, básicamente, un discurso sobre la sucesión de momentos de felicidad y de desgracia que constituye nuestra existencia.
Last orders es una reflexión sobre el paso del tiempo, sobre la fragilidad del amor y la solidez de la amistad, en un proceso vital que conduce inexorablemente a la vejez y a la muerte. Como apología de la camaradería y añoranza de la juventud perdida, el film es un relato entrañable que sitúa a la clase obrera como protagonista de un cuadro social y humano en el que los individuos luchan por su supervivencia en sus respectivas profesiones. El film y su desarrollo nos permite avanzar en el conocimiento de los personajes y de sus relaciones, con el transcurso de los años que destruye los bellos ideales de juventud en esa mezcla de penas y alegrías que llamamos vida.
El principal atractivo de la película es su fabuloso reparto, encabezado por el inimitable Michael Caine, magníficamente acompañado de actores de la talla de Bob Hoskins, Tom Courtenay y David Hemmings, sin olvidar a esa sensible actriz que es Helen Mirren. Suyo es el gran mérito de este film que combina drama y comedia y cuyo buen pulso narrativo evita que un relato aureolado de tristeza se vuelva patético, sorteando todo sentimentalismo inherente al género necrológico con unos toques de vitalismo y de nostalgia capaces de hacer florecer la esperanza.
El único reparo planteable sería la excesiva dispersión temporal del relato, entre la juventud y el ocaso, con esa abundancia de fracturas y saltos atrás narrativos que pueden provocar cierta confusión a la hora de identificar determinados personajes y situaciones.
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