(3) KAMCHATKA, de Marcelo Piñeyro.

CLANDESTINOS
Entre las películas argentinas que hablan del golpe militar de otoño de 1976, realizadas a partir de la restauración democrática en el país sudamericano, Kamchatka destaca poderosamente por la originalidad estilística de aludir a la dictadura sin mostrarla directamente y por la singularidad de desarrollar el relato desde el punto de vista de un niño de 10 años, cuyos recuerdos son materializados en la pantalla. Se trata de una coproducción hispano-argentina cuyo título hace referencia a una remota región siberiana que, en un juego de mesa sobre guerra entre naciones, representa la resistencia frente a la conquista exterior. Otro de los símbolos utilizados es el personaje de Houdini, un escapista especializado en sobrevivir en las más adversas situaciones.
Hermosa película que centra su atención en la historia familiar de un matrimonio perseguido y sus dos hijos en los primeros días del golpe militar y la siguiente represión y que alude a la dramática situación política a través de los ojos perplejos de Harry, que no entiende su extraña salida del colegio, el abandono del trabajo por parte de sus padres, los precipitados viajes, el refugio en una casa de campo, la prohibición de usar el teléfono o la asunción de nombres falsos.
Seleccionada como aspirante al Oscar por el cine argentino, Kamchatka relata una emotiva historia que hace reflexionar sobre la dignidad y la resistencia moral en tiempos adversos, con la esperanza de mejores circunstancias en el futuro, para uno hijos que no entienden el miedo y la incertidumbre de sus mayores. Un film que se añade a otros en la recuperación de la memoria y cuyo modélico guión funde magistralmente la anécdota personal anclada en la cotidianeidad con el marco histórico que la determina y que hace posible el sufrimiento de todo un pueblo.
A destacar, el contraste entre algunas escenas de felicidad familia con un trágico final cuyo sentido de ausencia irreparable viene líricamente subrayado por la canción Palabras para Julia de J. A. Goytisolo y Paco Ibáñez.
Ricardo Darín, Cecilia Roth, Héctor Alterio y dos niños realizan una excelente labor interpretativa, lo que contribuye a realzar la sencillez y modestia de una película que se caracteriza por su grandeza moral, por la omnipresencia de la mirada inocente, en cierto modo distanciada, de los niños que no hace otra cosa que subrayar el horror que les rodea.
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