(1) CALLAS FOREVER, de Franco Zeffirelli.

EL OCASO DE UNA ESTRELLA
A los 25 años de la muerte de la diva, Zeffirelli conmemora la fecha con una biografía imaginaria, apartada en muchos aspectos de la realidad, que centra su atención en los últimos meses de la vida de la, posiblemente, mejor soprano de la historia de la ópera. Fanny Ardant encarna a la cantante, pese a ser mucho más guapa que la difunta, a la que ya representó en el teatro con Master Class. Jeremy Irons, su agente artístico, asume el papel de alter ego de Zeffirelli y desparrama en la pantalla tanto su idolatría por la Callas como su gran afición a los chicos guapos.
El film, que bien podría titularse El ocaso de una estrella, es un melodrama superficial y anecdótico que utiliza la sensiblería y la nostalgia tanto como la mitomanía en torno a una figura excepcional en el campo de la lírica musical, que tuvo dificultades para asumir el fracaso amoroso -Onassis prefirió casarse con Jacqueline Kennedy-, la frustración familiar, la pérdida de una voz prodigiosa y la soledad, recluída en sus últimos tiempos en un apartamento parisino.
Lo mejor de la película es la voz incomparable de la Callas, la de sus mejores años, que gracias al play-back simula emitir Fanny Ardant, interpretando bellísimas arias de Verdi y Puccini. Pero Zeffirelli, que ha compaginado en su carrera la realización cinematográfica con la dirección escénica de óperas, primero como ayudante de Visconti y luego como autónomo, se muestra incapaz de profundizar en la vida y en la obra de una artista excepcional y desgraciada persona. Porque, aparte de ridiculizar gratuitamente el mundo del rock, el realizador italiano nos muestra su gusto decorativista, inclinado por los peores tópicos del folklore andaluz, en la puesta en escena de Carmen de Bizet, una ópera que nunca cantó Callas en un escenario pero que sí grabó en disco, cuyas imágenes fueron filmadas en Córdoba y en Osuna.
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