(2) IRREVERSIBLE, de Gaspar Noé.

FLASH-BACK TOTAL
Segundo largometraje de Gaspar Noé, un argentino de 39 años afincado en Francia, Irreversible provocó el escándalo y la polémica en el último Festival de Cannes, no sólo por su argumento poblado de violencia y sexo, sino también por su peculiar y nada convencional cualidad estética. Se trata, en efecto, de la historia de la violación de una mujer, su asesinato y posterior venganza a cargo de su amante, un relato de bajos instintos en los barrios marginales de París, un verdadero descenso a los infiernos ofrecido sin coartadas sentimentales ni condenas morales. Destaca poderosamente la atención la larga secuencia de la violación, unos doce minutos con la cámara inmóvil a ras de suelo que forma un único plano-secuencia, fragmento que para algunos es una exhibición de violencia gratuita y para otros una muestra de libertad y de osadía expresiva.
Cabe pensar que su director, en busca de fama y dinero, ha provocado conscientemente el escándalo recurriendo además a un modelo narrativo absolutamente contracorriente: empezando por el final y terminando por el principio, en un salto atrás total, como si buscara la causa inicial de los acontecimientos o quisiera indagar sobre los misteriosos designios del destino.
Por eso muchos espectadores se preguntarán si estamos ante una tomadura de pelo o ante una muestra de genialidad a propósito de este film que tiene tanto de pretencioso como de arriesgado, realizado sólo con una docena de planos-secuencia, de coste muy reducido y rodaje ultrarrápido. Un relato que, inversamente al estado de ánimo de los personajes, ve desde la oscuridad a la luz, del paroxismo a la serenidad, que vulnera las reglas de la progresión cronológica lineal y que, en su inicio, adopta unos aires de torpeza amateur con desenfoques, una cámara nerviosa a mano, escasa luz natural y banda sonora chirriante, todo ello trasladado a un soporte vídeo de alta definición corregido con diversos efectos digitales.
Dan vida a los protagonistas de este singular film Monica Bellucci, un cuerpazo que destila una enorme sensualidad, y Vincent Cassel, pareja real en el momento de rodar la película.
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