(3) GOHATTO, de Nagisa Oshima.

AMORES DE SAMURÁI
Tras 14 años de casi total inactividad a causa de una enfermedad, Oshima presentó en Cannes 2000 Gohatto, un film cuyo guión propio está basado en dos novelas cortas de Ryotaro Shiba, popular escritor especialista en temas históricos, considerado en Japón como una especie de Alejandro Dumas contemporáneo. El resultado es una historia de pasión, celos y muerte protagonizada por soldados de un templo de Kyoto, en 1865, que rivalizan por los favores sexuales de un joven y bello samurái de 18 años. Se trata de un tema, el de la homosexualidad en la milicia, que ya había sido abordado por John Huston en Reflejos en un ojo dorado (1967) pero que en el cine japonés estaba prácticamente vetado y que el film de Oshima saca a la luz en un contexto de hombres recluidos en cuarteles, proclive a las sólidas relaciones de amistad que a veces se convierten en amor.
Oshima retoma la tradición japonesa del cine de samuráis y asimila su fuerte estilización formal para conseguir una frialdad expresiva que, sin ocultar su fuego interior, sirve para expresar con mayor claridad y precisión ideas y sentimientos, un procedimiento de antigua tradición nipona que Bertolt Brecht adoptó en su teatro épico para construir su famoso distanciamiento.
Diversos procedimientos narrativos -voz en off, cortinillas, flash-backs, etc.- son utilizados por el director para expresar la contradicción entre la rigidez de las normas marciales de los clanes guerreros del viejo Japón medieval y los sentimientos de hombres que conviven y que puden terminar amándose. Pero pese a que al realizador le ha interesado especialmente resaltar el clima homoerótico del relato, debe destacarse la limpieza de las escenas amorosas, con elipsis y sugerencias que evitan cualquier provocación al escándalo. Por ello subraya la virilidad y la armonía de los combates de kendo, convertidos en seductores ballets, aunque hace poco más que insinuar el marco histórico en el que se desarrolla el drama: la mitad del siglo XIX, el momento del declive y desaparición de los samuráis, un crepúsculo coincidente la hegemonía del poder del emperador, con el ocaso de los señores feudales o shogun, la apertura comercial a Occidente, el fracaso de la espada frente a la pólvora y el sinsentido del honor individual frente a las nuevas estrategias militares.
Hermosa película, Gohatto destaca por la convincente interpretación de un sobrio Beat(Takeshi) Kitano, una espléndida fotografía de Toyomichi Kurita que logra un sugestivo clima entre poético y fantástico; y una evocadora música de Ryuichi Sakamoto, uno de los responsables de la banda sonora de El último emperador de Bertolucci.
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