(3) EL VIAJE DE CAROL, de Imanol Uribe.

LAS DOS ESPAÑAS
El último film de Imanol Uribe se plantea como una metáfora en un doble sentido: el paso de la infancia a la adolescencia de la pequeña protagonista y el proceso de conocimiento sobre la Guerra Civil, desde la mirada de Carol, una niña de 11 años recién venida de Estados Unidos, con madre española y padre estadounidense combatiente en las Brigadas Internacionales.
Adaptación de la novela de Ángel García Román A boca de noche, El viaje de Carol nos presenta como eje narrativo un caso de infancia perdida, agredida por los dramáticos acontecimientos en una región del norte peninsular situada en la retaguardia, dominada por los franquistas, donde la pequeña burguesía local, terrateniente y caciquil, muestra su talante conservador en una mezcla de interés y de miedo, a la espera de la victoria definitiva de los nacionales para dictar su particular justicia e iniciar la represión.
La Guerra Civil es, pues, un telón de fondo del conflicto que se vive en un pueblo dividido entre republicanos y franquistas, situación que afecta a la propia familia de Carol, niña cuya mirada extrañada guiará la puesta en escena de Uribe, que ha optado por un relato claro y sencillo para mostrar el descubrimiento del amor y de la amistad, pero también del dolor, el duro aprendizaje de la vida, en una España enfrentada entre defensores de la democracia y la libertad, por un lado, y partidario del autoritarismo y los prejuicios ancestrales, por otro.
En el film, rodado en Cantabria y Galicia, se aprecia un enorme esfuerzo por lograr una ambientación fiel a la época, aunque el guión sea manifiestamente mejorable en algunos aspectos, ganando en rigor y complejidad, para sortear el peligro siempre acechante de caer en el esquematismo de buenos y malos. El film de Uribe es una especie de cuento infantil, con personajes bondadosos y crueles, en el que la sensibilidad y la ternura anulan en gran medida el odio y la violencia presentes en la narración, por lo que no resulta extraño que las ideas se subordinen a los sentimientos.
Junto a la meticulosidad y el cariño del realizador, presentes en la puesta en escena, hay que destacar la fundamental aportación de unos magníficos actores: la pareja infantil formada por Clara Lago y J. J. Ballesta, Álvaro de Luna, Carmelo Gómez, María Barranco y Rosa María Sardá como maestra de escuela represaliada.
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