(2) MISTERIOS DEL SEXO, de Alan Rudolph.

INSTINTO CONTRA RAZÓN
Si Sexo, mentiras y cintas de vídeo y Sexo oral eran investigaciones sobre la sexualidad humana realizada mediante encuestas, con diferentes personas entrevistadas, Alan Rudolph ha seguido un método similar adaptando libremente Investigaciones sobre la sexualidad, 1928-1932, textos reeditados por Gallimard en 1990 que recogen las doce sesiones de conversaciones que André Breton y un amplio grupo de compañeros realizaron en París y cuyas conclusiones fueron publicadas en la colección Archivos del Surrealismo.
Ahora los personajes son estadounidenses y se reúnen en la gran mansión de un millonario mecenas poco antes de la Gran Depresión de 1929, un momento de grandes inquietudes en el terreno de la política y del pensamiento así como de febril creatividad en lo cultural y artístico, con enorme difusión de las teorías de Freud y de los hallazgos expresivos del movimiento surrealista, con el inevitable enfrentamiento entre los más tradicionalistas y los vanguardistas partidarios de las innovaciones radicales y de la máxima libertad.
En este singular contexto, la película muestra las reuniones de un grupo de hombres, con la sola presencia inicial de dos jóvenes taquígrafas, que intercambian y debaten sus experiencias e ideas en torno al sexo desde un punto eminentemente masculino, sujetos a la norma de expresarse con la mayor franqueza y sinceridad, sin bromas ni ligues que vengan a perturbar la seriedad del proyecto científico.
En el film los diálogos adquieren una importancia fundamental y la cámara se limita a fotografiar a los actores y actrice salvo en algunas breves secuencias en que se muestran imágenes oníricas de sueños y obsesiones de carácter erótico. Otro de los atractivos de la película es su amplio reparto encabezado por veteranos de la talla de Nick Nolte o Tuesday Weld y complementado por jóvenes valores como Dermont Mulroney, Neve Campbell o Julie Delpy.
Misterios del sexo no es, sin embargo, una obra redonda. Lejos de alcanzar un valor científico constatable, la dramaturgia elegida parece inclinar más el discurso hacia el terreno del cotilleo y de la frivolidad, con un desenlace orgiástico que viene a demostrar que la sexualidad es una fuerza difícilmente controlable y que poco tiene que ver la racionalidad con unas vivencias dominadas por el más ciego de los instintos.
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