(1) JUEGO DE SEDUCCIÓN, de Bill Bennett.

POBRE RETRATO DE LA INFIDELIDAD
El director australiano Bill Bennett se introduce en el complejo mundo de la infidelidad narrando una increíble y absurda historia que se podría resumir así: un ricachón desconfiado, viéndose en sus últimos días, paga a un joven ingenuo para seducir y acostarse con su mujer para probar la fidelidad de ésta. A partir de ahí la trama principal se complica con infinidad de subtramas que echan a perder el poco interés que tenía la historia. En vez de tratar de conocer las motivaciones que mueven a los personajes, sus sentimientos, en definitiva, las causas que podrían provocar la infidelidad y sus consecuencias, en Juego de seducción se busca el mero efectismo con escenas tórridas sin casi justificación y se plantean unos personajes que no son más que arquetipos: el marido mafioso, el joven pringado, y la mujer que no es tan inocente como se piensa. Esa simplificación de personajes y la acumulación de sucesos dramáticos terminan por convertir esta película en uno de esos bodrios emitibles en las cadenas privadas de televisión durante la sobremesa.
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