(2) LA CONFUSIÓN DE GÉNEROS, de Ilan Duran Cohen.

INDECISIÓN
Segundo largometraje del francés Ilan Duran Cohen, La confusión de géneros presenta una estructura de comedia de enredo, con implicaciones dramáticas, que gira en torno al protagonista, un abogado de unos 40 años, que se muestra incapaz de elegir el sexo de sus compañías sentimentales y duda a la hora de optar entre compromiso y libertad.
Lo que en Unamuno o Pirandello hubiera sido una reflexión sobre la indefinición del ser humano, en la película no pasa de ser un caso de inmadurez, de eterna adolescencia, en un personaje que no controla ni racionaliza sus pulsiones eróticas y cuya bisexualidad parece fruto de una ambigua identidad psicológica. Alain se nos aparece como un donjuán consumado a pesar suyo, sin pretenderlo, un perfecto seductor sumido en una absoluta promiscuidad sexual que le viene dada de forma casual, casi misteriosa.
El protagonista, pues, vive su deseo sin fronteras ni limitaciones, con pleno éxito. Ama y es amado de una manera casi fatalista, materializando una especie de utopía ubicada en el reino de una pansexualidad que representaría la supresión de las limitaciones de la pareja convencional, aunque sin plantearse nunca la freudiana contradicción entre los principios de placer y de deber, entre pasión y moral establecida.
Lamentablemente, la osadía del film queda reducida a una simple experimentación de laboratorio dramatúrgico. Sin un humor que trascienda la anécdota y sin constituir una parábola enriquecedora, La confusión de géneros parte de una base narrativa realista pero en ningún momento constituye un análisis medianamente riguroso de la líbido y la seducción porque resulta escasamente verosímil, porque no hay profundidad y todo resulta demasiado lineal. Porque una cosa es que los personajes vivan sumidos en el caos y otra que el realizador, sin tomar sus distancias, no logre clarificar la confusión.
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