(4) LOS ACTORES, de Bertrand Blier.

EL CINE DENTRO DEL CINE
Transcurridos cinco años de su último largometraje, en los que se ha dedicado al teatro y a la escritura, Bertrand Blier, uno de los más interesantes directores galos, regresa a las pantallas con una soberbia reflexión sobre la profesión de actor acompañado de un lujoso equipo artístico formado por André Dussolier, Jacques Villeret, Jean-Pierre Marielle, Pierre Arditi, Jean-Paul Belmondo, Alain Delon, Michel Piccoli, Gerard Depardieu, Samy Frey, Michel Serrault y otros. La mayoría de ellos veteranísimos actores protagonistas de las películas destacadas de la Nouvelle vague en los años sesenta y el resto populares rostros de la cinematografía francesa actual.
Los actores no pretende contar una historia al modo tradicional sino que, mezclando hábilmente lo real con lo imaginado, muestra sucesivamente sketches y gags sin desperdicio sobre el carácter caprichoso y narcisista del actor, las envidias profesionales, la relación entre el actor y el personaje que interpreta, las manías propias, las amistades y enemistades entre actores… La crème de la crème del cine francés interrogándose sobre el “ser” y el “parecer”. Una reflexión sobre el oficio, sobre las terribles dudas que asaltan a ese colectivo. Salvo los protagonistas, que de alguna manera dan coherencia e hilvanan el film, los demás actores aparecen en cortas intervenciones en las que se autoparodian y muestran su lado más humano. Los actores encarnan a unos actores que a su vez encarnan los actores que les dan vida.
Toda esta profundidad temática es acompañada por una estética moderna y desenfadada. La película asume una estética vanguardista, con cámara al hombro, una mayor importancia del diálogo sobre la acción, rodaje en exteriores, cierta nostalgia de un pasado (cinematográfico) que no conviene olvidar… Asímismo destaca la pretendida ruptura de las convenciones, como el salto de ejes, miradas a cámara, la manifestación de la artificiosidad del cine, ruptura del espacio y del tiempo…
En resumen, un ejemplo de cine alejado de los cánones convencionales, que además de divertir y entretener se esfuerza por provocar la meditación, obliga a conectar las neuronas e invita a la conversación sobre ese duro trabajo que es la interpretación. El cine francés sigue en plena forma.
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