(3) EN LA HABITACIÓN, de Todd Field.

EL HIJO MUERTO
El debut como realizador del joven actor Todd Field ha sido recompensado con abundantes premios y varias nominaciones a los Oscar, y se basa en el relato breve Killings de Andre Dubus (1936-1999), un escritor preocupado por la vida cotidiana de la clase media estadounidense, por una visión realista y compleja de las relaciones humanas y por la dimensión ética de una serie de vivencias que van del amor a la violencia más acentuada.
Con la ayuda fundamental de excelentes actores como Sissi Spacek y Tom Williamson, el film construye un impactante drama familiar, tan profundo en sus motivaciones íntimas como intenso en su expresión, que se relaciona temáticamente con La habitación del hijo de Nanni Moretti, pues tanto el padre, un médico de Maine, como la madre, una profesora de música coral, deben asumir la definitiva ausencia de su hijo Frank, soportar el dolor de su recuerdo y, lo que es peor, admitir la convivencia en el pueblo con el autor del crimen en libertad condicional y a la espera de juicio.
Frente a los típicos productos de Hollywood apoyados en espectaculares efectos especiales y en trilladas fórmulas de éxito, En la habitación representa el retorno a un cine clásico e intimista sobre actividades y preocupaciones de la gente corriente, un tipo de relato que remite, por su estilo directo y socialmente inquieto, a las crónicas de sucesos de un Truman Capote. El valor de la película, a mi juicio, no sólo reside en su precisión descriptiva y en su penetración psicológica sino también en al ausencia de todo sentimentalismo gratuito, con una cámara alejada de cualquier efectismo artificioso, diríase en busca de un cierto distanciamiento favorecedor de una observación más fría y lúcida de los personajes, elaborando una reflexión moral sobre sus ideas y comportamientos.
Como toda buena película que trasciendo lo anecdótico, En la habitación nos habla de la condición humana y de sus miserias a partir de una serie de situaciones cuyo eje determinante es el dolor y el deseo de venganza, el ojo por ojo, ante la imposibilidad de encontrar una explicación racional y un consuelo ante la tragedia. Magníficas secuencias las que el film dedica a la convivencia de los esposos que se deteriora paulatinamente; la angustia del recuerdo de épocas felices; la atribución de culpabilidades y la mala conciencia ante la posibilidad de haber podido evitar el drama; la desconfianza ante la justicia, llena de artimañas y situlezas legales que la ira no entiende; la sospecha de trato privilegiado hacia el rico heredero local; la personalidad machista y agresiva del celoso homicida; las reservas de los padres ante la relación amorosa del hijo con la mujer separada pero aún no divorciada, etc.
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