(3) CORONACIÓN, de Silvio Caiozzi.

LOS VIEJOS NI DEBEN ENAMORARSE
Cuarto largometraje de Silvio Caiozzi, cineasta chileno que fue el fotógrafo de Estado de sitio (Costa-Gavras, 1973) y primero que llega a nuestras salas comerciales. Coronación es adaptación de la novela homónima de José Donoso, publicada en 1957, escritor del que Ripstein ya ha llevado a la pantalla magistralmente su relato Un lugar sin límites.
El último film de Caiozzi, que ha logrado la sorprendente cifra de 36 premios en diversos festivales internacionales, relata la peripecia de una acaudalada familia chilena venida a menos, los Ávalos, cuyo maduro heredero es un solterón cuya rutinaria existencia se ve alterada por la presencia de una adolescente campesina que llega para servir a su perturbada abuela. Con un guión que el propio realizador ha elaborado minuciosamente a partir del libro original, con alguna imaginativa licencia, Coronación evidencia palpablemente su tendencia al esperpento, aunque la distorsión de personajes y situaciones nunca es caricatura empobrecedora sino instrumento de enriquecimiento expresivo con el que el realizador logra una mayor profundidad a la hora de retratar caracteres y contextos, en la línea de Buñuel de la etapa mexicana del Fernán Gómez de El extraño viaje.
La película narra, pues, una historia de pasión y de represión, de culpa y de desesperación que combina a la perfección humor sarcástico y hondo patetismo, ternura y tragedia, en un relato que se aleja de todo atisbo de morboso sensacionalismo, en donde ni siquiera el frustado protagonista, don Andresito, se premite la comisión de un pecado, paralizado como está por una castrante educación religiosa y por un entorno familiar fosilizado que le hace considerar su propia vida como perdida, como no vivida en realidad.
No acaban aquí, desde luego, los matices de esta compleja y sutil película que retrata un progresivo proceso de deterioro físico, mental y moral sin esquematismos previos. Y es que en Coronación no existen buenos y malos de una pieza, todo el mundo es moralmente ambiguo, perverso o susceptible de ser corrompido: ricos y pobres, jóvenes y viejos, católicos y agnósticos, cultos e ignorantes… Esta es, sin duda, la fecunda huella dejada por el magnífico narrador que fue Donoso.
Silvio Caiozzi ha realizado un film primoroso, atento al menor detalle, empezando por una exquisita dirección de actores y terminando por una excelente ambientación en la que destaca especialmente el caserón familiar repleto de muebles y de objetos que denotan su antiguo esplendor. Mención especial merecen también la fotografía, de tonos sombríos en interiores como corresponde a un clima claustrofóbico, a un mundo encerrado en sí mismo, sin salida, abocado a la decadencia total; una banda sonora funcional con boleros, fragmentos de música clásica; y un laborioso montaje a base de planos de corta duración que cumplen adecuadamente su misión descriptiva de un universo verdaderamente singular.
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