(2) NADIE ES PERFECTO, de Joel Schumacher.

CORAZONES SOLITARIOS
Esta película se salva de la vulgaridad, incluso se ve con deleite, gracias a la presencia de buenos actores (Robert de Niro y Philip Seymour Hoffman) y a la solidez narrativa que permite un hábil guión, obra del propio realizador, cuajado de situaciones con fuerza emotiva, diálogos brillantes y humor. Ubicado en un barrio modesto de Nueva York, el film iba a llamarse La tentación vive abajo, título cuyas referencias wilderianas apuntan al choque entre dos mundos opuestos, los representados por un antiguo marine y policía, ultraconservador y homófobo, héroe popular y deportista que sufre un ataque cardíaco y queda paralizado por una hemiplejía, y por un vecino drag queen a quien aquél acude para que, mediante unas clases de canto, le permita recuperar la voz perdida. El rechazo y el desprecio mutuo, pues, se concretan en dos arquetipos representados por el macho intolerante y por el homosexual-travesti de vida libre y llena de fantasía.
La película adopta un tono tragicómico, con una sabia mezcla de drama y comicidad. Desvela con claridad y eficacia la desgracia íntima de los protagonistas: la soledad, los prejuicios, la minusvalía y la imposibilidad de unas relaciones personales que no vengan marcadas por el afán de lucro. Hay también chistes y situaciones repletas de ironía e ingenio como el gag de los gays republicanos o las referencias a la película Mi pie izquierdo (Jim Sheridan), relato optimista en donde el inválido Daniel Day Lewis podría ser el modelo a imitar por Robert De Niro.
La buena captación de tipos secundarios, en especial la gente de la farándula, los travestis que se manifiestan sin complejos, no debe impedirnos atisbar las limitaciones de una película que, desde luego, está realizada cara a la taquilla y con el propósito de agradar a todos. Por eso decepciona bastante el desenlace apañado en el que triunfan los buenos sentimientos, el afecto mutuo y la solidaridad, todo ello tras contemplar con repugnancia la violencia expeditiva con que actúan los malvados de turno, esta vez narcotraficantes y mafiosos. Efectivamente, nadie es perfecto.
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