(2) CUBA FELIZ, de Karim Dridi.

LA VIDA ES UNA CANCIÓN
Presentado en el festival de Cannes 2000 y rodado con escasos recursos técnicos, Cuba feliz es un documental musical protagonizado por “El Gallo”, un guitarrista llamado en realidad Miguel de Morales, cantante callejero de 76 años cuya imaginación nos traslada a lo largo y ancho de toda la isla caribeña enlazando una serie de encuentros con músicos populares entre los que cabe destacar a Pepín Vaillant y a Mirta Gonzales.
La película es un relato itinerante con partida y regreso a La Habana, que viene a continuar la moda del cine sobre música cubana que consagró Buenavista Social Club (1999) y que en esta ocasión permite escuchar diversas melodías y ritmos de gran raigambre popular, especialmente boleros que por lo general reflejan un mundo mucho más feliz y lírico que el que procura la realidad cotidiana.
El guión de Pascal Letallier, un buen conocedor de la música africana y caribeña, impide que el film pierda el hilo narrativo que no es otro que el descubrimiento de la isla y de sus gentes no sólo por el espectador sino también por su protagonista, que era la primera vez que viajaba atravesando todo su país.
Cuba feliz es un soplo de simpatía y de humanidad gracias a la presencia de gentes que hacen de la improvisación, el humor y la camaradería su norma de conducta, empezando por su entrañable protagonista, un vagabundo que vive en total libertad sin que se le conozca responsabilidad alguna y que viene a representar los valores antropológicos y vitalistas de unos ciudadanos que sólo en un par de planos se muestran tristes e inactivos.
Pero averiguar las causas de su estado de ánimo no es el objetivo de esta película, que evita por completo el análisis del contexto sociopolítico en el que se desarrolla, esencialmente lúdico y transido de emociones.
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