(4) LA HABITACIÓN DEL HIJO, de Nanni Moretti.

EL DIVÁN DEL PSICOANALISTA
Premiada con la Palma de Oro en el Festival de Cannes 2001, La habitación del hijo es una obra muy personal de Nanni Moretti, responsable de la producción, el guión, la interpretación y la dirección, un relato ambientado en una ciudad junto al Adriático, en el norte de Italia, donde la felicidad de una familia se ve repentinamente truncada por la muerte accidental de un hijo adolescente. Moretti se enfrenta al obsceno rostro de la muerte, tema tabú en Occidente, al absurdo de una pérdida irrecuperable, sin los habituales trucos sensibleros favorecedores de la lágrima fácil, sino construyendo un melodrama depurado, contenido y sobrio en el que aborda lo insoportable del dolor desde todos los ángulos posibles de la comprensión humana.
El film alterna escenas de la consulta del padre psicoanalista (donde Moretti se muestra rutinario, impotente o indiferente ante el sufrimiento de sus pacientes) con otras de su propio calvario sentimental y moral, que comparte con su esposa y con su joven hija.
Relato de sentimientos caracterizado por su enorme pudor y precisión, La habitación del hijo no aborda el drama de forma directa (al accidente se alude por elipsis) sino a través de sus consecuencias y repercusiones, por los afectos dañados, por los recuerdos inevitables empañados por la ausencia, con una mezcla de estilos que permite combinar sabiamente el distanciamiento y el calor de las emociones.
La sensible música de Nicola Piovani acompaña a la perfección un discurso fílmico en el que el vacío se convierte en protagonista: el ejercidio de la memoria es tanto un acto de amor al desaparecido como un reconocimiento entrañable de las personas, objetos y lugares que con él se relacionaron. La muerte se proyecta en los supervivientes, que intentan encontrar una explicación lógica de lo inexplicable, con rabia e indignación, asumiendo la propia culpa de la tragedia, imaginando cómo podía haberse evitado el designio del destino, desandando el transcurso del tiempo para torcer la fatalidad, recurriendo finalmente a la evasión para asumir lo incomprensible, para resignarse cara al futuro, porque la vida sigue.
Con el viaje de la familia y el travelling final de alejamiento se abre una ventana a la esperanza, a la reconciliación, a la recuperación del equilibrio y de la normalidad. La vida es posible después de la muerte de un ser querido. La habitación del hijo es seguramente lo mejor de Moretti, cuya madurez narrativa nos hace el regalo de un film tremendamente profundo y sereno, tierno y bello.
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