(3) GRACIAS POR EL CHOCOLATE, de Claude Chabrol.

NACIDA PARA EL MAL
Film número 42 en la filmografía chabroliana y el sexto que la excelente actriz Isabelle Huppert interpreta para el cineasta francés, Gracias por el chocolate mezcla sabiamente intriga, comedia y drama pero que no se inclina especialmente por constituir un estudio de psicología criminal, ni por seguir rígidamente las reglas del género con un suspense, sin embargo, que debe no poco a las aportacines estilísticas de Fritz Lang y, especialmente, del Hitchcock de Sospecha (1941) y de La sombra de una duda (1943). Una vez más, el film constituye un agudo y sutil retrato de costumbres de una familia burguesa, una clase social que Chabrol conoce bien y que muestra preocupada por guardar las apariencias y sumergiéndose en una ambigüedad moral gracias a la cual el bien y el mal se hallan con frecuencia entremezclados.
Inspirándose en una novela de Charlotte Armstrong, Chabrol utiliza los esquemas narrativos del thriller para reforzar la eficacia de su propuesta: desvelar los secretos de familia y desenterrar los fantasmas del pasado, no sin evidenciar un especial sentido del humor, recurriendo en el relato a la presencia de un elemento extraño —la muchacha estudiante de piano— que se introduce en la familia y que acaba por desequilibrarla. En este caso, las dudas sobre las identidades paternofiliales pondrán en cuestión los sacrosantos vínculos de sangre, romperán la endogamia familiar, un reducto intocable de certezas y seguridades, y subvertirán el aparente equilibrio entre afectos e intereses.
Isabelle Huppert, la rica heredera fabricante de chocolates, defenderá su privilegiada situación al creerla amenazada porque su perversidad no es sino la enfermedad de una psicópata que no necesita motivos reales para ser malvada, que no siente remordimientos y que incluso hace daño con ciertas dosis de placer. Es la que te puede decir “te quiero” sin experimentar sentimiento alguno de cariño.
Chabrol utiliza con ironía y sana mala uva los idílicos paisajes de Suiza, las lujosas mansiones y la acreditada industria del chocolate para trazar una historia que rompe los más acrisolados tópicos en mil pedazos. Y lo hace con una puesta en escena sobria, elegante y funcional, con una experta utilización de los espacios y de los actores, transmitiendo al espectador la omnipresencia de un clima moral angustioso y cada vez más asfixiante. En definitiva, Gracias por el chocolate es un magnífico film.
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