(3) LA COPA DORADA, de James Ivory.

PERIPECIA VITAL DE UN PRÍNCIPE ITALIANO
La copa dorada es una adaptación de la novela del escritor estadounidense afincado en Inglaterra Henry James, la tercera tras Los euopeos (1979) y Las bostonianas (1984) de las realizadas por el equipo integrado por el director James Ivory, la guionista Ruth Prawer y el productor Ismail Merchant. Presentado a competición oficial en el último festival de Cannes, el film narra las peripecias sentimentales y familiares de un príncipe italiano, un aristócrata venido a menos, que se casa con la hija de un magnate estadounidense, coleccionista de arte, que a su vez contrae nupcias con la joven amante del primero, cerrándose así un círculo en cierto modo incestuoso que afecta explícitamente a madrastra e hijastro pero que también se extiende implícidamente a un excesivo cariño paterno-filial.
Dos matrimonios, pues, en donde conviven enfrentados amor e interés, pasión y conveniencia, con la infidelidad y la traición viniendo a perturbar las aguas tranquilas de los convencionalismos sociales y que concretan un choque de culturas entre la rancia nobleza europea y la alta burguesía financiera de Estados Unidos, contradicción que atenaza no solo a dos clases sociales distintas sino también a la vigencia de una moral victoriana que se va diluyendo conforme avanza la modernidad aparejada al hedonismo de la Belle Èpoque.
Excelentes actores, entre los que destacaría a Uma Thurman y a Nick Nolte, exquisita recreación de época con lujoso vestuario y espléndidos decorados naturales y una precisión psicológica resultado de la materialización de los sutiles lazos que unen o enfrentan a los personajes en un film que en su último tercio, sin embargo, se estanca y roza el academicismo al perder densidad dramática y no prosperar los conflictos planteados, con lo que prevalece la ambientación brillante y detallista sobre los recovecos del alma atormentada de los protagonistas.
La esencia de La copa dorada nos remite al drama personal de Charles Foster Kane, incapaz de sumar a su fabulosa colección de tesoros el amor auténtico de una mujer, pero en Ciudadano Kane (1941) el personaje de Welles alcanza un aliento trágico que aquí no existe, pese a la metafórica presencia de esa “copa dorada”, un objeto valiosísimo pero agrietado y defectuosom que relaciona de forma casual a los distintos personajes. En este sentido, Regreso a Howards End (1992) o Lo que queda del día (1993) eran películas bastante más interesantes.
Leave a reply
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.