(3) ¡QUÉ PASADA!, de Mark Herman.

LOCOS POR EL FÚTBOL
Los dos protagonistas adolescentes de esta película parecen rendir homenaje a la memoria del personaje de Antoine Doinel en Los 400 golpes (1959), cuyo desamparo tanto nos conmoviera en los albores de la Nueva Ola Francesa. En este caso, la obsesión cinéfila de aquél se ha transformado en ferviente deseo de convertirse en socios del equipo de fútbol del Newcastle United mediante sendos abonos de temporada cuyo precio, mil libras, les resulta inalcanzable.
Se trata de una adaptación de una novela de Jonathan Tulloch, un profesor que conoce bien la vida en los suburbios de la ciudad inglesa, tarea en la que Mark Herman ha respetado el contexto social como telón de fondo de la historia pero a la que ha quitado pesimismo y amargura en sus conclusiones. ¡Qué pasada! se mueve entre la comedia picaresca por las andanzas de los dos muchachos para conseguir el dinero con que materializar sus sueños y el drama cotidiano determinado por la frustración provocada por la alternancia entre ilusiones y dura realidad que acaba congelando más de una vez la sonrisa del espectador.
El nuevo film de Mark Herman, rodado en escenarios naturales de Newcastle, es un relato que configura las cuatro estaciones del año, de verano a primavera, y que traza un desolador panorama con el proletariado urbano en el centro de la pantalla, con un estilo testimonial y comprometido que arrancó con el Free Cinema de los años 60 y cuya herencia tan acertadamente ha sabido desarrollar Ken Loach: marginación familiar, escolar y económica, carencias afectivas, desempleo y deterioro social.
Los dos jóvenes protagonistas, magníficos actores elegidos en un casting de 600 aspirantes al papel, despiertan inmediatamente la simpatía del espectador, lo cual en ningún momento significa sensiblería sino comprensión y solidaridad con sus esfuerzos para convertirse en socios del club deportivo, una aspiración casi religiosa que posee la suficiente ambigüedad para considerarse tanto una muestra de alienación en medio del desarraigo como un lícito anhelo a la integración en la colectividad lograda mediante la identificación con una causa común.
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