(3) NACIONAL 7, de Jean-Pierre Sinapi.

TERAPIA SEXUAL
La felliniana escena de Amarcord (1973) en la que el loco, encaramado a un árbol grita “¡Quiero una mujer!”, citada expresamente en este film, parece haber sido la inspiración del segundo largometraje de Jean-Pierre Sinapi, que evoca por otro lado el alivio sexual que la enfermera procura al gran lisiado protagonista de Johnny cogió su fusil (1971). Quiere esto decir que Nacional 7 es un producto insólito que aborda un tema infrecuente y casi tabú: las necesidades sexuales de los discapacitados físicos, de unas prácticas eróticas cuya finalidad, por razones obvias, no es la procreación sino el placer. La película muestra, pues, la vida de estos condenados a la silla de ruedas en una residencia y los problemas laborales y psicológicos de sus cuidadores, poniendo el acento en la constatación psicoanalítica de que la frustración engendra agresividad y de que la castidad forzosa puede originar arrebatos de violencia, con lo que el relato acaba testimoniando los beneficiosos efectos terapéuticos de las relaciones sexuales satisfactorias, fuente indudable de alegría y de equilibrio emocional.
Basada en hechos reales —al final se muestran fotos de los verdaderos discapacitados que han inspirado la película, algunos de los cuales también han intervenido en ella— y rodada en un escenario auténtico, de modo casi documental, Nacional 7 está narrada sin embargo en clave de comedia, utilizando la risa para evitar caer en el folletín sensiblero provocador de la compasión en el espectador como en esas tramposas apologías del cine USA más convencional capaces de convertir a los tullidos u oligofrénicos en héroes ejecutores de las más increíbles hazañas.
Relato tierno y emotivo, el film de Sinapi está magníficamente interpretado por un grupo de actores entre los que destacan Nadia Kaci y Olivier Gourmet; y ha sido realizado en formato vídeo digital con una pequeña cámara susceptible de ser movida a mano, circunstancia que otorga a las imágenes una gran autenticidad y espontaneidad, consecuencia de una puesta en escena de gran sencillez que habría hecho las delicias de los pioneros de la Nueva Ola Francesa al facilitar los rodajes baratos, rápidos, libres e innovadores.
Nacional 7 destaca, pues, por la reivindicación que hace de la sexualidad como un bien natural, tanto para los internos como para los demás, cuyos problemas eróticos y de pareja no son muy diferentes en unos y en otros. Concluye en una especie de fiesta desmadrada que viene a coronar ese alegato progresista y libertario que es el film, verdadero compendio de simpatía y vitalismo, de irreverenciam ironía y humanidad, constituyendo una llamada a la solidaridad y al respeto, así como a la comprensión hacia las peronas “diferentes”.
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