(3) LA PERDICIÓN DE LOS HOMBRES, de Arturo Ripstein.

¿DÓNDE PONGO ESTE MUERTO?
El guión de Paz Alicia Garciadiego debía haberse convertido en un cortometraje pero fue finalmente ampliado a la duración de un largometraje. En ella Arturo Ripstein reclamó la colaboración de sus actores habituales —Patricia Reyes Spíndola, Rafael Inclán y otros— para elaborar una especie de muestrario básico de las obsesiones nacionales mexicanas: la muerte, la familia, el tequila, el sexo, el machismo, el deporte… La perdición de los hombres es una modesta co-producción entre México y España que logró la Concha de Oro en el festival de San Sebastián y cuyos limitados elementos expresivos, diríase minimalistas, se concretan en una fotografía en B/N, los escasos personajes y escenarios utilizados, unos largos planos-secuencia, la abundancia de monólogos y el rodaje en sistema digital con el objeto de economizar y alcanzar la máxima libertad creativa.
El resultado es una película singular, mezcla de comedia negra y esperpento que baraja a partes iguales el surrealismo y el azar, el absurdo y la crueldad, que debe no poco en su estilo a las aportaciones fílmicas de Buñuel, de Alcoriza e incluso del Berlanga-Azcona de los años 60.
La perdición de los hombres posee una estructura narrativa circular, empieza y acaba con la misma escena, y para ello introduce un flashback a mitad del relato estirando las situaciones hasta alcanzar un metraje quizás excesivo. Constituye una antología no solo antropológica y de sociología referida a su país sino que además se convierte en una gran metáfora, de validez universal, sobre la existencia humana retomando los niveles de abstracción de un Samuel Backett para hablarnos de la gente pobre, de sus modos de vida ancestrales y de la paradoja de una modernidad que apenas les afecta o que les afecta para mal. Un film recomendable.
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