(2) ANIMAL FACTORY, de Steve Buscemi.

AMISTAD ENTRE REJAS
El segundo largometraje dirigido por el actor Steve Buscemi, basado en una novela de rasgos autobiográficos de Edward Bunker, se inscribe en la amplia tradición del cine carcelario made in USA, constituyendo un testimonio crítico del sistema judicial y penitenciario estadounidense que pone de relieve su radical inhumanidad, las dificultades de reforma de los reclusos y su práctica imposibilidad de reinserción social.
Rodada en una vieja cárcel abandonada de Holmsburg (Filadelfia), Animal Factory destaca por su realismo físico y ambiental, siendo una penetrante crónica de la rivalidad entre clanes, consumo de drogas, venganzas, violencia sexual, racismo y corrupción en el interior de los presidios, telón de fondo institucional y personal sobre el que destacan dos personajes: los protagonistas que van a enriquecer el discurso humanitario del film. Earl Copen, un sólido Willem Dafoe encarnando a un veterano preso, líder que ejerce su autoridad sobre los demás, y Ron Decker (Edward Furlong), un joven e inexperto recluso que será protegido por el primero. Aquél será capaz de sentir afecto por el recién llegado y éste se adaptará a las difíciles condiciones del lugar perdiendo su inocencia y convirtiéndose en un criminal.
Animal Factory cuenta con una peculiar música de John Lurie y está interpretado por un destacado grupo de actores entre los que también destacan Mickey Rourke y el propio Steve Buscemi, habiéndose cobrado todos ellos sueldos muy por debajo de lo habitual por tratarse de una producción independiente.
Pero a mi juicio, la película no alcanza el nivel de la primera obra de su realizador debido a varios defectos de guión no subsanados: confuso cálculo del transcurso del tiempo; individuos excesivamente esquemáticos en su bondad o maldad; y escasa verosimilitud en determinadas situaciones.
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