(0) YOU’RE THE ONE (UNA HISTORIA DE ENTONCES), de José Luis Garci.

CINE HEREDERO DEL SERIAL RADIOFÓNICO
No me parece ningún disparate afirmar que el cine de Garci es el equivalente actual del que en su momento realizaron Sáenz de Heredia y Rafael Gil. El oscarizado director no se ha enterado aún de las fundamentales aportaciones estéticas y éticas del Neorrealismo italiano y de la Nueva Ola francesa y el suyo es un estilo notoriamente antiguo, desfasado y rancio, heredero directo del serial radiofónico y de la mesa-camilla aunque con pretensiones de una “autoría” que él intenta justificar rodando en B/N, poniendo títulos en inglés y sacando a unos personajes que no cesan de fumar ni un solo momento como él mismo en la vida real.
Si a ello añadimos la impúdica exhibición de una cinefilia mitómana y cargante, con obsesivas referencias al cine estadounidense de los años 30 y 40, Cole Porter, la ópera, los libros y tebeos, el anís de “El Mono” y demás recuerdos autobiográficos de un niño de los post-guerra española, sacaremos la conclusión de que nos hallamos ante un tostonazo conservador tanto en la forma como en el fondo, a pesar de alguna discreta alusión a la represión franquista, que el propio Garci ha calificado de “apolítico”, seguramente para contentar tanto a su público mayoritariamente de derechas como a los burócratas de la Academia que lo mandan a Hollywood como aspirante a la famosa estatuilla.
Abundan las inexactitudes históricas que casan mal con la dictadura de la España de los años 40 —elegante vestuario femenino, escuela mixta, citas culturales, libertades en la expresión, etc.— y pese a la calidad de los actores de reparto, poco pueden hacer éstos ante el acartonamiento y la falta de vida propia a la que les mantienen esclavizados un guión demasiado discursivo y una realización absolutamente academicista.
El drama de Garci es que confunde solidez narrativa con qualité, belleza formal con esteticismo, sustrato literario con verborrea melodramática, lirismo con sensiblería y erudición con pedantería. Y lo suyo, a estas alturas, es ya muy difícil de corregir.
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