(2) HOLY SMOKE, de Jane Campion.

EL ESPÍRITU Y LA CARNE
Me ha decepcionado esta última película de Jane Campion, falta a mi parecer del necesario rigor para establecer un punto de vista narrativo adecuado para acotar y clarificar los dos núcleos temáticos principales del relato: la desprogramación de Ruth, una joven adicta a una secta que abandona a su familia para establecerse en la India, y las relaciones —primero profesionales y más tarde eróticas— entre un maduro recuperador de sectarios y la muchacha.
El resultado es bastante superficial porque apenas se nos explica la esencia de la adicción sectaria, una fe ciega en un gurú que constituye una forma de alienación fruto de una inmadurez psicológica e ideológica, todo ello aparejado a unas graves carencias afectivas en el individuo que cree encontrar en el líder espiritual la respuesta a sus interrogantes vitales así como la seguridad y la comprensión que no halla en el contexto familiar y social propio de la materialista cultura occidental.
Harvey Keitel y Kate Winslet no pueden hacer demasiado con su labor interpretativa para enriquecer un guión que no es capaz de reflexionar sobre las coincidencias entre vivencia religiosa y experiencia amorosa ni de atrapar nuestra atención en esa lucha que libra la protagonista entre sentimiento y razón, entre pasión y mente, a través de una serie de conversaciones cuya dialéctica se pretende socrática pero que se reduce de hecho a una simple ceremonia de seducción entre sexos.
Aquí el personaje redentor acaba siendo destruído tras ser desenmascarado como un hombre hipócrita y débil, pirueta argumental que quizás deba al credo feminista de la directora pero que no casa bien con la violencia absurda ni con las dosis de erotismo gratuito y exhibicionista que son perceptibles en muchas de las escenas del film.
Me da la impresión, pues, de que Jane Campion iba algo desorientada a la hora de abordar el tema de las sectas destructivas y sus adeptos, como acredita ese final feliz que viene a neutralizar cualquier actitud mínimamente crítica. También creo que a la realizadora neozelandesa le ha preocupado sobre todo mostrar escenarios exóticos y singulares con una fotografía atractiva llena de efectos de luz y de color. Una decepción.
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