(0) RUMORES QUE MATAN, de Davis Guggenheim.

CHISMES Y COTILLEOS
Pese a su pretendida sofisticación, Rumores que matan reúne todas las características de un vulgar telefilm: trama artificiosa, exceso de casualidades, dosis de morbo que no logran disimular su puritanismo, personajes superficiales, etc. Paradójicamente, rinde homenaje tanto al Joseph L. Mankiewicz de Murmullos en la ciudad (1951) como a la Patricia Highsmith de El talento de Mr. Ripley. La película constituye el debut en el largometraje de Davis Guggenheim, realizador de series de TV y documentalista.
Defectos graves de Rumores que matan son la incoherencia y la inconsistencia: lo que empieza como un ensayo sobre la rumorología en el ámbito del periodismo pasa a ser una presunta reflexión sobre el arte y termina como un endeble thriller protagonizado por un chico malvado cuya falsedad y cinismo están a punto de provocar una tragedia.
El film tiene un look postmoderno que pretende enmarcar una historia de chismes y cotilleos lindantes con la delincuencia, toda vez que las murmuraciones devienen en calumnias, pero sería vano buscar un relato alguna profundidad a la hora de plantearse la ética del respeto a la verdad o los límites de la responsabilidad en la libre expresión del pensamiento.
Lo que realmente ha interesado a sus productores es hacer taquilla presentando a unos personajes ricos, guapos e ingeniosos, y un conflicto demasiado rebuscado cuya resolución es largar la consabida moraleja sobre las fatales consecuencias de las malas obras y un desenlace totalmente sorpresivo que logra engañar al público recurriendo a trucos de guión absolutamente infumables.
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