(3) MI PEQUEÑO NEGOCIO, de Pierre Jolivet.

UNA EMPRESA EN APUROS
En contra de lo que algunos puedan suponer, llegar a ser un destacado cineasta no es fundamentalmente una cuestión de dominio de la técnica, pues ésta se aprende con relativa facilidad y el oficio se consolida con la práctica, sino de un especial talento susceptible de convertirse en creativo estilo personal mediante un peculiar tono y un singular tempo en la expresión.
Pierre Jolivet, con una sólida trayectoria como guionista, evidencia muchas de las virtudes requeridas en Mi pequeño negocio, film que narra los problemas de un modesto empresario de carpintería, diverciado, cuyo taller es arrasado por un incendio sin que la compañía aseguradora quiera responsabilizarse de los daños por culpa de una estafa previa en el abono de las primas. Sabia mezcla de comedia costumbrista, retrato socio-laboral y algunas situaciones de cine policíaco, la película nos habla del trabajo de los modestos patronos y de las jornadas interminables, así como de los esfuerzos para evitar la quiebra, el cierre y el paro, recurriendo a la solidaridad de unos personajes convertidos en antihéroes a la fuerza, pues el plan para solucionar el entuerto pasa necesariamente por recurrir también a la picaresca.
La idea original de Mi pequeño negocio surgió de una canción de Alain Bashung, que se encarga de todo el acompañamiento musical,y en el reparto destaca la presencia de Vincent Lindon, un actor que ya pudimos ver en La crisis (1992) y en El planeta libre (1996), ambos de Coline Serreau.
Mi pequeño negocio destaca, pues, por la humanidad de sus personajes, por la acertada descripción de uno de esos barrios populares tan característicos del cine francés, con su restaurante, tiendas y grupo de vecinos, constituyendo un implícito homenaje a las empresas familiares de reducidas dimensiones, siempre en apuros económicos, luchando para afrontar el aumento de los gastos y el abono de las nóminas, en un ambiente laboral dominado por la cordialidad aunque sugiriendo que algunos trabajos demasiado absorbentes pueden constituir el refugio donde se materializan ciertas obsesiones de carácter neurótico.
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