(3) MANSFIELD PARK, de Patricia Rozema.

EDUCACIÓN Y FORTUNA
La escritora británica Jane Austen (1775-1817) se sitúa entre dos épocas marcadas por el tránsito del siglo XVIII al XIX, esto es, al final de un Neoclasicismo regido por la razón bajo las férreas normas dictadas por la aristocracia y la irrupción de un Romanticismo caracterizado por la expresión más libre de los sentimientos en una literatura de raigambre burguesa y preocupaciones populares que, tras los postulados de la Revolución Francesa, hallaría feliz expresión social en los textos de Charles Dickens. Jane Austen transita, pues, entr edos mundos condicionado por un modesto origen familiar, una severa educación moral como hija de un clérigo protestante y un sólido sentido ético, pero rebelde ante las imposiciones de un entorno nada complaciente con la libertad y la inteligencia de las mujeres. Nos dejó seis novelas, la mayoría de ellas publicadas de forma anónima, entre las que últimamente han destacado las versiones cinematográficas de Sentido y sensibilidad (1995) de Ang Lee y Emma (1996) de Douglas McGrath.
Mansfield Park, editada en 1814, adquiere en la versión de la canadiense Patricia Rozema una óptica feminista bastante actual al convertir la pasiva y angustiada protagonista, Fanny Price, en una muchacha aguda y prudente pero decidida a luchar por su emancipación personal tanto en la esfera privada como en la pública. Estamos ante una historia de Cenicienta que Rozema trasciende con su gran talento y sensibilidad huyendo del melodrama lacrimógeno y moralizante, convirtiendo los avatares sentimentales de los perosnajes en vehículo ideal para reflexionar sobre el contexto de una determinada época y estructura social.
Sutileza en la descripción y rigor en la introspección psicológica para retratarnos a esa familia patriarcal, a esa sociedad conservadora, clasista e hipócrita sostenida por privilegios, prejuicios y fosilizadas costumbres en medio de todo la cual la figura luminosa de Fanny Price, sagaz y voluntariosa, deben luchar por su independencia y felicidad.
Mansfield Park centra su atención en la gran mansión donde reside una muestra de esa pequeña nobleza orgullosa de sus ritos pero abatida por dramas y contradicciones, una saga familiar con hijos ilegítimos, adulterios, pasiones secretas, cartas de amor, enfermedades y rentas inconfesables procedentes del trabajo de esclavos en las colonias… referencias históricas que sirven de marco a la existencia de la protagonista, trazándose un paralelismo con sus esfuerzos para sobrevivir a la desgracia con dignidad. Para ello, la realizadora ha integrado en el guión rasgos autobiográficos de la propia novelista procedentes de las cartas y diarios personales escritos en su adolescencia.
El film es, seguramente, la adaptación más rigurosa y libre de las realizadas hasta ahora de las novelas de Jane Austen. Como una muestra más de sus virtudes, debe resaltarse la fidelidad ambiental lograda, fruto de una excelente dirección artística, con unos decorados, vestuario, muebles, etc. que recrean la época de la Regencia —el rey Jorge III estaba entonces internado en un manicomio— más allá de cualquier voluntad de fácil decorativismo, con una funcionalidad descriptiva perfectamente integrada en el relato.
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