(3) LAS NORMAS DE LA CASA DE LA SIDRA, de Lasse Hallström.

TIEMPO DE MANZANAS
El propio John Irving es el responsable del guión que adapta su novela Príncipes de Maine, reyes de Nueva Inglaterra, tercera plasmación fílmica de su creación literaria tras El mundo según Garp (1982) y El hotel New Hampshire (1984), esta vez con el control de todo el proceso creativo e imposición de sus criterios, lo que probablemente provocó el abandono del proyecto por parte de los cineastas Ang Lee y Michael Winterbottom.
Esta producción USA a cargo de un prestigioso realizador sueco muestra la trayectoria vital de un niño huérfano, eje narrativo del relato, que abandona el orfelinato de St. Cloud’s, sale al mundo exterior y atraviesa una serie de experiencias laborales y afectivas que van a suponer una ruptura simbólica con la figura del padre, el director del centro Dr. Larch, antes de cerrar el círculo con el regreso al hogar originario, ahora ya en funciones de directivo.
La película, ambientada en los años 30 y 40, presenta un tono agridulce que entremezcla penas y alegrías y tiene como referente argumental básico la transgresión de las normas generalmente establecidas como parte del traumático proceso de maduración de un adolescente. Y así, por una parte hallamos cuestiones polémicas como los abortos ilegales, el sexo prematrimonial y el incesto, y por otra, se nos plantea el problema de una educación insuficiente para afrontar la complejidad de la vida, un conflicto entre ética y libertad individual que se resolverá a favor de la elaboración racional y de la asunción responsable de normas propias de conducta.
Una buena ambientación del orfelinato y de la granja, una correcta fotografía, unos excelentes actores —entre los que destaca el veterano Michael Caine y un Tobey Maguire que nos transmite perfectamente el carácter introvertido e ingenuo, entre la inocencia y la reflexión, del joven protagonista— son virtudes a señalar en un relato de corte clásico, de ritmo plácido y sereno, con una cámara que presta atención tanto al estudio de personajes como a la descripción de paisajes del trabajo en los campos, especialmente de la cosecha de manzanas que da origen a la sidra que figura en el título del film.
Las normas de la casa de la sidrea es una obra hermosa y sencilla que aborda, pues, un tema tabú en aquellos años y aún controvertido en la actualidad y el drama de los huérfanos carentes de afecto familiar, que se traducen aquí en la llamada a la supresión de las normas sin sentido y de las reglas que no tienen en cuenta la compleja realidad del mundo ni las concretas circunstancias personales de cada cual, todo ello enmarcado en una dolorosa pero necesaria evolución que sitúa a la experiencia como algo fundamental para la madurez y la autonomía del individuo.
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