(1) EL HOMBRE BICENTENARIO, de Chris Columbus.

LO QUE NOS HACE HUMANOS
Las profundas reflexiones que emanan del relato de Isaac Asimov a partir del cual se inspira esta película apenas aparecen en esta producción Disney que no elude, sin embargo, la retahíla de tópicos, convencionalismos y lugares comunes del melodramático cine familiar marca de la casa.
Un Robin Williams más contenido de lo habitual encarna a Andrew, un robot adquirido como un electrodoméstico más de la casa para realizar tareas menores que pronto empieza a experimentar emociones y razonamientos que sorprenden a la familia Martin. Interactuando con los humanos y debido al paso del tiempo, va descubriendo el ciclo vital de los seres vivos, sus virtudes y sus debilidades, en un proceso de humanización que le llevará a sentir y pensar como uno de ellos.
El hombre bicentenario no ahorra en derivas sentimentales. Así, la oportunidad de meditar sobre los límites físicos y mentales de la inteligencia artificial y los mecanismos psicológicos de la emoción y la creatividad, presunto soporte intelectual del film, se diluye a favor de un tosco alegato sobre la amistad entre hombre y máquina así como la finitud de la vida como elemento consustancial del ser humano.
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