(3) DOGMA, de Kevin Smith.

TEOLOGÍA PARA LAICOS
La última película de Kevin Smith muestra las andanzas terrenales de una cohorte de ángeles, arcángeles y serafines, demonios y profetas, musas y curas con el fin de desgranar de forma tan irreverente como heterodoxa, incluso blasfema, cuestiones teológicas y filosóficas en torno al dogma, la moral y la historia sagrada de la religión judeo-cristiana, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. El resultado es una parodia o fantasía cómica, tan iconoclasta como surrealista, que utiliza personajes de la Biblia y temas del catolicismo, mezclados como en una coctelera, con una óptica que debe tanto a la cultura pop USA, especialmente al cómic, como a la cinefilia del realizador, antiguo empleado de videoclub y frecuentador de cinematecas, que se muestra capaz de compaginar los géneros cinematográficos más populares con aportaciones teóricas de la alta cultura, como una especie de moderno Voltaire demoledor de los mitos de la fe con la fuerza contundente de la razón.
Y en efecto, en Dogma pueden rastrearse diversas influencias fílmicas, desde el Buñuel de La vía láctea (1969) a los Monthy Python de La vida de Brian (1979) y desde la profundidad de las grandes cuestiones de Bergman a la sutil ironía desmitificadora de Woody Allen. La película es una producción independiente pero con la presencia del Star-System —Ben Affleck, Matt Damon, Linda Florentino, Salma Hayek— y con abundancia de efectos especiales, una explosiva mezcla que seguramente hará las delicias de Álex de la Iglesia y de Juanma Bajo Ulloa.
Ángeles caídos por desobedecer a Dios en sus violentos y vengativos designios, que desean regresar al cielo ganando la indulgencia plenaria en una catedral de New Jersey, contradicción esencial que acarrearía el Apocalipsis y el fin de la Humanidad; modernización de la Iglesia católica a través del marketing, de la renovación de sus rasgos externos, que de la puesta al día de la doctrina tradicional; mujeres y negros como verdaderos protagonistas rehabilitados que no recogieron los textos sagrados clásicos por culpa de los prejuicios, etc. constituyen un discurso de brillantes y elaborados diálogos cuyo tono farsesco deriva en gran medida del hecho de dotar de rostros y de pasiones humanas a las más inefables criaturas celestiales e infernales.
Pero esta batalla final entre las fuerzas del Bien y del Mal, esta peculiar cruzada para salvar a la Humanidad que es Dogma ha sufrido los virulentos ataques de grupos integristas, renovando la intransigencia ya demostrada ante Yo te saludo, María (1984) y La última tentación de Cristo (1988) y forzando a la empresa Miramax (Disney) a renunciar a su distribución mundial.
La película tiene desde luego defectos y limitaciones aun reconociendo que se trata básicamente de un producto delirante hecho para divertir al espectador: la acumulación de ideas produce con frecuencia cierta confusión y su amontonamiento, su empacho teologico, acaba por neutralizar a veces su riqueza de propuestas. Creo que el film ganaría con un metraje reducido en 20 minutos.
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