(2) MÚSICA DEL CORAZÓN, de Wes Craven.

MELODRAMA Y PEDAGOGÍA
Presentado en el pasado festival de Venecia, Música del corazón supone el abandono momentáneo por el director Wes Craven de su género habitual, el terror, para realizar una biografía de Roberta Guaspari, profesora de violín en una escuela pública de Harlem (Nueva York), defensora del papel formativo de la enseñanza musical y luchadora por el mantenimiento de las subvenciones municipales a las actividades escolares relacionadas con el arte.
Craven, antiguo maestro y entendido en música clásica, se inspiró en el documental Small Wonders (1995), premiado con un Oscar, y contó con la colaboración de actores y actrices de renombre como Meryl Streep, Aidan Quinn, Cloris Leachman, Gloria Estefan, etc. en la elaboración de un film al servicio de una causa noble y generosa: la defensa de la escuela pública y la reivindicación del apoyo a una actividad pedagógica nada superflua sino muy positiva para el desarrollo de las capacidades intelectuales del alumno.
Lamentablemente, la película discurre por unos cauces narrativos demasiado convencionales y el melodrama se convierte en el estilo utilizado para ganar una amplia audiencia a costa de fomentar la sensiblería y la lágrima fácil. No hay estudio en profundidad de personajes ni atención rigurosa al contexto social donde se ubica la escuela, pues el modelo elegido ha sido ese cine USA bienintencionado pero forzosamente optimista y sentimental con exceso de caramelo y happy end incluido.
El crítico aquí presente se ve impelido a mostrarse benevolente por la presencia de buena música, de excepcionales intérpretes, incluyendo la aceptación del concierto benéfico en el Carnegie Hall pues no se trata de sustituir la justicia por la caridad en la recaudación de fondos sino de reconocer un legítimo derecho y un efectivo instrumento propagandístico para llegar a la opinión pública y convencer a los políticos de la necesidad de apoyo institucional a la enseñanza pública musical.
En el fondo, el film de Wes Craven se evidencia como una manifestación más del “sueño americano”, un idílico lugar donde cualquiera puede triunfar ya que presuntamente todo es posible con voluntad y esfuerzo.
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